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1 Reyes 1:40 - Biblia Castilian 2003

40 Subió luego todo el pueblo detrás de él. La gente tocaba las flautas y hac a tal estruendo que la tierra parec a venirse abajo con su griter o.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

40 Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Toda la multitud siguió a Salomón hasta Jerusalén, tocando flautas y gritando de alegría. La celebración estaba tan alegre y estruendosa que el sonido hacía temblar la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Luego subió todo el pueblo tras él; la gente tocaba la flauta y daba muestras de una gran alegría; la tierra temblaba con el bullicio que hacían.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y todo el pueblo subió tras él, y el pueblo tocaba flautas y se regocijaba con tal regocijo, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Subió luego todo el pueblo detrás de él. La gente tocaba las flautas y hacía tal estruendo que la tierra parecía venirse abajo con su griterío.

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1 Reyes 1:40
13 Referans Kwoze  

El sacerdote Sadoc hab a tomado de la tienda el cuerno de aceite y ungió a Salomón. Sonaron las trompetas, y todo el pueblo gritó: '¡Viva el rey Salomón!'.


Adon as y sus convidados lo oyeron cuando acababan de comer. Al o r Joab el son de la trompeta, dijo: '¿Qué significa ese estrépito de la ciudad?'.


Luego, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido rey en Guijón; han subido de all con gran estruendo y la ciudad está conmocionada. Ése es el alboroto que habéis o do.


Al mirar, vio al rey, de pie junto a la columna, conforme a la costumbre, rodeado de los jefes y de los trompeteros, y a toda la gente del pa s alborozada, mientras sonaban las trompetas. Entonces se rasgó las vestiduras y gritó: '¡Traición, traición!'.


Toda la gente del pa s se llenó de júbilo y la ciudad quedó tranquila. A Atal a le hab an dado muerte a espada en el palacio real.


Reina el Se or: alégrese la tierra, regoc jense las islas numerosas.


En el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, postraos para adorar la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor.


Salta de gozo, hija de Sión, da gritos de júbilo, hija de Jerusalén. Mira a tu rey que viene a ti: es justo y victorioso, humilde, montado en un asno, en un pollino, hijo de un asna.


Acercándose ya a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los disc pulos, llenos de alegr a, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los prodigios que hab an visto,


Se fue, pues, todo el pueblo a Guilgal. All proclamaron rey a Saúl en presencia de Yahveh, en Guilgal, y all ofrecieron también sacrificios de comunión ante Yahveh. Tanto Saúl como toda la gente de Israel se sintieron invadidos de una alegr a extrema.


Cuando el arca de la alianza de Yahveh llegó al campamento, todos los de Israel se pusieron a gritar con tal estruendo que retemblaba la tierra.


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