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1 Corintios 2:4 - Biblia Castilian 2003

4 Mi palabra y mi predicación no consist an en hábiles discursos de sabidur a, sino en demostración de esp ritu y de poder;

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Y mi mensaje y mi predicación fueron muy sencillos. En lugar de usar discursos ingeniosos y persuasivos, confié solamente en el poder del Espíritu Santo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Mis palabras y mi mensaje no contaron con los recursos de la oratoria, sino con manifestaciones de espíritu y poder,

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 y mi palabra y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de° sabiduría, sino con demostración del poder del Espíritu,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Mi palabra y mi predicación no consistían en hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de espíritu y de poder;

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1 Corintios 2:4
28 Referans Kwoze  

Quien anda intrigando descubre secretos: no te asocies con quien mucho habla.


Lo rinde a fuerza de halagos, lo arrastra con sus labios seductores.


Yo o a el cuchicheo de la gente: ¡Terror en derredor! ¡Denunciadlo! ¡Denunciémoslo! Todos mis amigos están espiando un desliz m o: 'A ver si se deja seducir; le dominaremos y de él nos vengaremos'.


Ven cosas vanas y adivinaciones mentirosas esos que dicen: 'Oráculo de Yahveh', cuando Yahveh no los ha enviado, y esperan que él confirme sus palabras.


porque ningún temor me impidió anunciaros todo el designio completo de Dios.


Respondió Agripa a Pablo: 'Por poco me convences de que me haga cristiano'.


Que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y de paz en vuestra permanencia en la fe, a fin de que reboséis de esperanza por el poder del Esp ritu Santo.


por el poder de se ales y prodigios, por el poder del Esp ritu, de modo que, partiendo de Jerusalén y en todas direcciones hasta Iliria, he dado a conocer plenamente el evangelio de Cristo,


Esos tales no sirven a Cristo, Se or nuestro, sino a sus propios bajos apetitos y, con su modo de hablar lisonjero y adulador, seducen el corazón de los sencillos.


Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a evangelizar; y no con sabias palabras, para no privar de eficacia la cruz de Cristo.


Cuando yo, hermanos, llegué a vosotros, no llegué para anunciaros el misterio de Dios con despliegue de elocuencia o de sabidur a;


Éste es también nuestro lenguaje, que no consiste en palabras ense adas por humana sabidur a, sino en palabras ense adas por el Esp ritu, expresando las cosas del esp ritu con lenguaje espiritual.


porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.


con honradez, con conocimiento, con comprensión, con bondad, con Esp ritu Santo, con amor sincero,


¿Pretendo acaso ahora ganarme el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O intento agradar a los hombres? Si todav a tratara de agradar a los hombres, no ser a siervo de Cristo.


Os digo esto para que nadie os enga e con discursos capciosos.


porque nuestro evangelio no llegó a vosotros sólo con palabras, sino, además, con poder, con el Esp ritu Santo y con profunda convicción. Como muy bien sabéis, ésa fue nuestra actuación entre vosotros, para bien vuestro.


Y les fue revelado que, no a s mismos, sino a vosotros serv an con este mensaje que ahora os anuncian los que os evangelizan por medio del Esp ritu Santo enviado del cielo, mensaje que hasta los ángeles se asoman deseosos de verlo.


Pues os dimos a conocer el poder y la parus a de nuestro Se or Jesucristo, no siguiendo sutiles mitos, sino en cuanto testigos oculares de su grandeza.


Profiriendo discursos ampulosos y vac os, seducen con pasiones de la carne y desenfrenos a los que apenas han acabado de distanciarse de los que viven en el error.


Al séptimo d a dijeron a la mujer de Sansón: 'Convence a tu marido para que nos declare el acertijo, de lo contrario prenderemos fuego a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos habéis invitado para desvalijarnos?'.


Los pr ncipes de los filisteos fueron donde ella y le dijeron: 'Sedúcelo y averigua cuál es el secreto de su gran fuerza, y cómo podr amos nosotros con él, para atarlo y tenerlo sujeto. Te dar amos cada uno mil cien siclos de plata'.


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