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Mateo 8:16 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

16 Al caer la tarde le trajeron muchos endemoniados, y Jesús, con solo su palabra, expulsó a los demonios y sanó a todos los que estaban enfermos,

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Biblia Reina Valera 1960

16 Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Aquella noche, le llevaron a Jesús muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus malignos con una simple orden y sanó a todos los enfermos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Al atardecer le llevaron muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus malos con una sola palabra, y sanó también a todos los enfermos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Al atardecer le trajeron muchos endemoniados, y con su° palabra echó los demonios y sanó a todos los enfermos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Llegada la tarde, le presentaron muchos endemoniados. Expulsó con su palabra a los espíritus y curó a todos los que estaban enfermos,

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Mateo 8:16
17 Referans Kwoze  

Le llevaron entonces un endemoniado, ciego y mudo; y él lo sanó, de manera que enseguida comenzó a ver y hablar.


de forma que al llegar Jesús encontró reunida una gran multitud y, compadecido de ellos, sanó a los que estaban enfermos.


Le tocó Jesús la mano y desapareció la fiebre. Entonces ella se levantó y se puso a servirles.


y los que cuidaban de ellos huyeron a la ciudad, donde relataron lo ocurrido con la piara y con los endemoniados.


Le llevaron entonces un paralítico tendido en una camilla, y viendo Jesús la fe de sus portadores, le dijo: ¡Hijo, ten ánimo! Tus pecados te son perdonados.


Mientras les hablaba llegaron cuatro hombres que llevaban a un paralítico en una camilla.


Gritaba de esa manera porque Jesús había ordenado: ¡Espíritu impuro, sal de este hombre!


Viendo Jesús que el gentío se agolpaba, reprendió al espíritu impuro. Le dijo: ¡Espíritu mudo y sordo, te ordeno que salgas de este muchacho y no vuelvas a entrar en él!


La llamó y le dijo: Mujer, ya estás curada de tu mal.


Al atardecer, mientras el sol se ponía, los que tenían enfermos en sus casas los llevaban a Jesús. Las dolencias eran diversas, pero bastaba con que pusiera las manos sobre ellos para que sanaran.


También había endemoniados, de los cuales salían los demonios gritando: ¡Tú eres el Hijo de Dios!Pero él les increpaba y no los dejaba hablar, porque sabían que Jesús era el Cristo.


La gente sacaba los enfermos a la calle en lechos y camillas, para que, al pasar Pedro por allí, aunque tan sólo fuera su sombra cayera sobre ellos.


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