Mateo 23:9 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

⁹ Ni llaméis 'padre' a nadie en la tierra, pues solo uno es vuestro Padre, el que está en el cielo.

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

⁹ Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.

Biblia Nueva Traducción Viviente

⁹ Además, aquí en la tierra, no se dirijan a nadie llamándolo “Padre”, porque solo Dios, que está en el cielo, es su Padre.

Biblia Católica (Latinoamericana)

⁹ No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo.

La Biblia Textual 3a Edicion

⁹ Y no llaméis padre vuestro a nadie° en la tierra, pues uno solo es vuestro Padre: el celestial,°

Biblia Serafín de Ausejo 1975

⁹ A nadie en la tierra llaméis padre vuestro; porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo.

Mateo 23:9 Referans Kwoze

Mateo 23:10

Ni dejéis que os llamen 'tutor', pues solo uno es vuestro Tutor, el Cristo.

Mateo 6:32

Esas son las cosas que buscan los gentiles, pero vuestro Padre celestial sabe que de todas ellas tenéis necesidad.

Mateo 7:11

Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos no ha de dar buenas cosas a quienes se las pidan?

Hechos 22:1

Hermanos y padres, prestadme atención. Escuchad lo que he de deciros en mi propia defensa.

1 Corintios 4:15

porque aunque tengáis diez mil ayos que os instruyan acerca de Cristo, no tendréis muchos padres que, como yo, os hayan engendrado en Cristo por la predicación del evangelio.

2 Corintios 6:18

Yo seré vuestro Padrey vosotros seréis mis hijos y mis hijas'.Así dice el Señor todopoderoso.

Hebreos 12:9

Por otra parte, si a nuestros padres terrenales los veneramos pese a los castigos que nos imponen, ¿cómo no habremos de someternos a la disciplina de Dios, que es el Padre de nuestro espíritu, para que de veras comencemos a vivir?

1 Juan 3:1

Mirad qué grande es el amor del Padre, que nos llamamos hijos de Dios, ¡y lo somos! Sin embargo, el mundo no nos reconoce porque no conoce a Dios.