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Lucas 9:26 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

26 De aquellos que se avergüencen de mí y de mis palabras, se avergonzará también el Hijo del hombre cuando venga en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.

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Biblia Reina Valera 1960

26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y en la gloria de su Padre con los ángeles santos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Porque el que se avergüence de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y la del Padre y de los santos ángeles.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Porque, si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria y la de su Padre y la de los santos ángeles.

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Lucas 9:26
30 Referans Kwoze  

Pero un día vendrá el Hijo del hombre en la gloria de su Padre celestial, y los ángeles con él, y entonces pagará a cada cual de acuerdo con las obras que haya realizado.


Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y en compañía de todos los santos ángeles, se sentará en su trono de gloria,


Tú lo has dicho le respondió Jesús . Pero además de esto os digo que, a partir de ahora, veréis al Hijo del hombre sentado a la derecha del poder de Dios y viniendo sobre las nubes del cielo.


Y si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje en esta generación infiel y pecadora, también yo, el Hijo del hombre, me avergonzaré de él a mi regreso, cuando venga con los santos ángeles rodeado de la gloria de mi Padre.


y porque en realidad amaban más el aplauso de los hombres que la gloria de Dios.


Pero ¿cómo podréis creer en mí, si lo que buscáis es solamente recibir honores los unos de los otros, en vez de buscar el honor que procede del Dios único?


Ellos le respondieron: A Cornelio, oficial del ejército romano, hombre bueno, piadoso y muy bien considerado por todos los judíos, le ordenó un santo ángel que nos enviara en tu busca, para escuchar lo que tengas que decirle.


A mí no me avergüenza en absoluto ser portador del evangelio de Cristo, porque es revelación del poder de Dios para salvar a todos los que creen, a los judíos en primer lugar, pero también a los que no lo son.


Habiendo comprendido, pues, que mis sufrimientos son por amor a Cristo, me alegro de sobrellevarlos, sean afrentas, privaciones, persecuciones o toda suerte de angustias; porque ahora entiendo que cuanto más débil, más fuerte soy. Preocupación de Pablo por los corintios


En cuanto a mí, ¡Dios me libre de jactarme de ninguna cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo! En esa cruz murió el mundo para mí, y en ella, a mi vez, morí también yo para el mundo.


Delante de Dios, de Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos, te encarezco que actúes de esta manera, sin discriminaciones ni injustas parcialidades.


por todo lo cual padezco esta prisión. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar hasta el día de su retorno lo que me ha encomendado.


si sufrimos, reinaremos también con él.Si le negamos, él también nos negará.


Entendiendo que el ser vituperado como luego lo fue Cristo era una riqueza mayor que todos los tesoros egipcios, puso su mirada en la recompensa que Dios había de darle.


Así pues, dejando atrás nuestros intereses mundanos salgamos también nosotros para acercarnos a él, llevando sobre nosotros la carga de su afrenta.


Enoc, el séptimo a partir de Adán, profetizó de ellos diciendo: 'Mirad que viene el Señor, acompañado de miriadas de los suyos,


Mirad, él viene entre las nubes, ante los ojos de todos. Le verán incluso aquellos que le traspasaron. Todas las naciones se lamentarán por él. ¡Sí, amén!


Y vi un gran trono blanco, y a uno que estaba sentado en el trono. La tierra y el cielo huyeron delante de él, pero no hallaron lugar idóneo para esconderse.


Pero los cobardes y los incrédulos, los depravados, los asesinos y los inmorales, los brujos, los idólatras y todos los mentirosos serán arrojados al lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte.


'El vencedor recibirá vestiduras blancas, y no sólo no borraré su nombre del libro de la vida, sino que lo proclamaré delante de mi Padre y de todos sus ángeles.


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