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Lucas 22:41 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

41 Se apartó de ellos como a distancia de un tiro de piedra, cayó de rodillas y oró,

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

41 Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

41 Se alejó a una distancia como de un tiro de piedra, se arrodilló y oró:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

41 Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba

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La Biblia Textual 3a Edicion

41 Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

41 Entonces él, como a la fuerza, se arrancó de su lado como a un tiro de piedra, y, puesto de rodillas, oraba

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Lucas 22:41
9 Referans Kwoze  

Se separó un poco de ellos, se postró rostro en tierra y oró diciendo: Padre mío, si es posible, haz que pase de mí esta copa de amargura. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.


Se adelantó después unos pasos, y postrado en tierra oró que, a ser posible, no llegara a sucederle lo que él estaba temiendo.


Muy erguido, el fariseo oraba de este modo: 'Dios mío, te doy gracias porque yo no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros. Y mucho menos como ese publicano.


Por su parte, el publicano, alejado del fariseo, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos del suelo, sino que lamentando sus faltas se golpeaba el pecho y decía: 'Dios mío, ten misericordia de mí, que soy pecador'.


Al término de su discurso, Pablo se arrodilló y oró juntamente con ellos.


Al término de aquella semana, cuando regresamos al barco, todos los hermanos, con sus esposas e hijos, nos acompañaron hasta la playa, fuera de la ciudad. Nos arrodillamos y oramos juntos;


Luego cayó de rodillas, y añadió: ¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!Estas fueron sus últimas palabras antes de reposar en el Señor.


Pedro ordenó a todos que salieran de la habitación, y se arrodilló para orar. Luego se volvió al cadáver y le ordenó: ¡Tabita, levántate!Tabita abrió los ojos, vio a Pedro y al punto se incorporó.


Cristo, sin embargo, en el tiempo de su permanencia en este mundo ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al único que podía librarlo de la muerte. Y sus oraciones fueron oídas por su ferviente deseo de obedecer a Dios.


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