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Juan 11:40 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

40 Le dijo Jesús: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Jesús respondió: —¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Jesús le respondió: '¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Jesús le dice: ¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Jesús le responde: '¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?'.

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Juan 11:40
15 Referans Kwoze  

Porque tenéis poca fe les respondió Jesús . Os aseguro que, si tuvierais fe aunque solo fuera del tamaño de un grano de mostaza, podríais decirle a este monte: '¡Quítate de ahí y pásate allá!', y el monte se pasaría. Nada os sería imposible. [


Dijo Jesús: ¿Cómo 'si puedes'? Para el que cree, todo es posible.


Aquella Palabra se hizo hombre, y como hombre vivió entre nosotros con plenitud de gracia y de verdad. Y fuimos testigos de su gloria, la gloria que pertenece al Hijo único de Dios Padre.


Jesús, al recibir el mensaje, dijo: Esta enfermedad no va a ser causa de muerte, sino que va a servir para que Dios sea glorificado, y asimismo para que por ella sea glorificado el Hijo.


Isaías, al contemplar en visión la gloria de Dios, se refirió de ese modo a Jesús.


Ni por sus propios pecados ni por los pecados de sus padres respondió Jesús , sino para que en él se manifieste el poder de las obras de Dios.


Simbólicamente, nuestra vieja naturaleza amante del pecado quedó muerta y sepultada con Cristo en el bautismo, para que podamos andar en una maravillosa vida nueva, de acuerdo con la nueva vida que él recibió al ser resucitado de entre los muertos por el glorioso poder de Dios Padre.


Por lo tanto, todos nosotros, que miramos a cara descubierta la gloria del Señor, la reflejamos como claros espejos, y conforme a su propia imagen somos transformados y crecemos más y más en gloria por la acción del Espíritu del Señor.


Porque Dios, que ordenó a la luz resplandecer de las tinieblas, ha llenado de luz nuestro corazón para que podamos reconocer en el rostro de Jesucristo el esplendor de la propia gloria de Dios.


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