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Juan 11:2 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

2 (María fue la mujer que ungió los pies de Jesús con perfume, y se los secó con sus propios cabellos).

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Biblia Reina Valera 1960

2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.)

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el enfermo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 (Y Miriam, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era aquella que había ungido al Señor con perfume, y enjugado los pies con sus cabellos.)°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que había caído enfermo, era su hermano.

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Juan 11:2
11 Referans Kwoze  

Jesús se encontraba entonces en Betania, en casa de un tal Simón a quien llamaban 'el leproso'. Estando sentado a la mesa, se acercó a Jesús una mujer con un frasco de alabastro que contenía un perfume de nardo muy caro. Abrió el frasco y le derramó el perfume en la cabeza.


Viéndola llorar, el corazón del Señor se llenó de compasión, y le dijo: ¡No llores!


Este encargó a dos de ellos que le preguntaran si él era realmente el Cristo que esperaban, o si debían esperar a otro.


Marta le dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano;


Las dos hermanas enviaron un mensaje a Jesús, diciéndole: 'Señor, tu buen amigo está enfermo de gravedad'.


María, al llegar adonde estaba Jesús, se echó a sus pies diciendo: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.


María tomó un frasco que contenía 300 gramos de un caro perfume de pura esencia de nardo, ungió con el perfume los pies de Jesús y luego se los secó con sus cabellos. Toda la casa se llenó de la fragancia de aquel perfume.


Mirad, vosotros me llamáis 'Maestro' y 'Señor', y hacéis bien porque es verdad que lo soy.


Pues lo mismo que yo, el Señor y Maestro, os he lavado los pies a vosotros, también vosotros debéis lavaros los pies los unos a los otros.


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