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Gálatas 1:4 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

4 que se entregó a sí mismo a la muerte por nuestros pecados, y nos rescató de este presente mundo perverso en que vivimos, conforme al plan trazado por nuestro Dios y Padre.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Tal como Dios nuestro Padre lo planeó, Jesús entregó su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo de maldad en el que vivimos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El se entregó por nuestros pecados para arrancarnos de nuestra mala condición presente, cumpliendo así la voluntad de Dios nuestro Padre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 el cual se dio por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo,° según la voluntad de nuestro Dios y Padre,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 que se entregó a sí mismo por nuestros pecados, para arrancarnos del perverso mundo actual, según la voluntad de Dios, nuestro Padre,

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Gálatas 1:4
56 Referans Kwoze  

La semilla sembrada entre espinos es como el que escucha el mensaje, pero su preocupación por la vida actual y su equivocado afán por acumular riquezas ahoga en él la palabra y la hace estéril.


Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate de muchos. Dos ciegos reciben la vista


porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual será derramada en favor de muchos, para perdón de los pecados.


Por segunda vez se alejó de ellos para seguir orando. Decía: Padre mío, si no es posible que esta copa pase de mí, hágase tu voluntad.


Vuestra oración debe ser así:'Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre;


Porque ni siquiera el Hijo del hombre vino para ser servido, sino para servir y dar mi vida en rescate de muchos. El ciego Bartimeo recibe la vista


Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y se lo dio a ellos, mientras decía: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es entregado. Comedlo en memoria de mí.


diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa de amargura. Pero hágase tu voluntad, y no la mía.


Yo soy el buen pastor, y el buen pastor da su vida por sus ovejas.


Al mundo le ha llegado ya la hora del juicio, y a Satanás, el príncipe de este mundo, la hora de su derrota.


Yo no puedo hacer nada por mí mismo, sino que juzgo conforme a lo que oigo al Padre; pero mi juicio es totalmente justo e imparcial, porque no trato de cumplir mi propia voluntad, sino la voluntad de Dios, que me envió. Los testimonios a favor del Hijo


porque yo no he venido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.


vosotros, que vivís en Roma y sois amados de Dios y convocados a formar parte de su pueblo santo. Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y de nuestro Señor Jesucristo sean siempre con vosotros. Pablo anhela visitar Roma


No os amoldéis a los usos y costumbres propios de este mundo; antes bien, procurad que vuestra mente renovada opere la transformación de vuestra personalidad, para que lleguéis a comprobar lo buena, grata y perfecta que es la voluntad de Dios.


el cual murió a causa de nuestros pecados y resucitó para poder presentarnos hechos justos delante de Dios.


Y el Padre, que conoce hasta lo más íntimo del corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros de acuerdo con la voluntad de Dios. Más que vencedores


El mero conocimiento de la ley de Dios no nos libra de las garras del pecado, porque no somos capaces de cumplirla. Por eso, a fin de darnos la salvación, envió Dios a su propio Hijo con un cuerpo humano igual en todo al nuestro (pero sin pecado), y al entregarlo en sacrificio a causa de nuestros pecados, destruyó el dominio que el pecado ejercía sobre nosotros.


Si él no vaciló en entregar a su Hijo en favor nuestro, ¿no nos dará también con él todas las cosas?


Lo primero que hice fue transmitiros lo que yo también había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, tal como las Escrituras lo habían anunciado;


En ellos se descubre la obra del dios de este mundo, del diablo, que ha cegado el entendimiento de los incrédulos a fin de que no resplandezca para ellos la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la propia imagen de Dios.


Con Cristo estoy crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y esta vida verdadera que ahora vivo es el resultado de mi fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó a muerte por mí.


En cuanto a mí, ¡Dios me libre de jactarme de ninguna cosa que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo! En esa cruz murió el mundo para mí, y en ella, a mi vez, morí también yo para el mundo.


Asimismo tenemos parte en la herencia de Cristo, porque Dios, en su propósito soberano, nos predestinó desde el principio para ser suyos,


En aquel entonces os dejabais arrastrar por las corrientes de este mundo, y obedecíais los dictados de ese príncipe que ejerce su poder en el aire y que actúa en el corazón de los que se rebelan contra el Señor.


Aprovechad bien el tiempo. No lo perdáis, porque los días que corren son malos.


Que vuestra conducta se base en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó a sí mismo en sacrificio por nosotros; ofrenda ésta de la que Dios se agradó como de un perfume delicado.


porque nuestra lucha no es contra seres de carne y hueso, sino contra potestades y autoridades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo y también contra los espíritus malignos que habitan regiones celestiales.


¡A Dios nuestro Padre sea la gloria para siempre! Amén. Saludos finales


y sin cesar os mencionamos ante nuestro Dios y Padre, recordando vuestra fe firme y activa, las obras a las que os mueve el amor y la perseverante esperanza que habéis puesto en nuestro Señor Jesucristo.


Quiera el mismo Dios nuestro Padre, y Jesús nuestro Señor, dirigir nuevamente nuestros pasos a vosotros;


Así serán fortalecidos vuestros corazones, para que delante de Dios nuestro Padre podáis presentaros, en irreprensible santidad, el día en que Jesús, nuestro Señor, regrese junto con todos los que le pertenecen.


Que el mismo Señor Jesucristo, y Dios nuestro Padre, que nos amó y que por pura gracia nos dio eterno consuelo y una esperanza que no tiene parangón,


y se entregó a sí mismo en rescate por todos. Este es el mensaje que a su debido tiempo dio a conocer al mundo,


Él se entregó a la muerte para pagar nuestra liberación del pecado y hacernos pueblo suyo, un pueblo deseoso de practicar el bien.


Porque Dios no entregó a los ángeles el gobierno del mundo futuro, al cual nos estamos refiriendo;


y saboreado la palabra de Dios y los grandes poderes del mundo venidero,


con mucha mayor eficacia la sangre de Cristo limpiará vuestras conciencias de las obras que llevan a la muerte. Él, sin mancha alguna de pecado, se ofreció a sí mismo a Dios mediante la acción del Espíritu eterno, para que vosotros podáis servir ahora al Dios vivo.


Sois como una esposa adúltera, infiel a su marido, y no comprendéis que trabar amistad con los placeres del mundo es atraerse la enemistad de Dios. ¿No sabéis que entregarse a los deleites de este mundo es hacerse enemigo de Dios?


Cristo murió en la cruz llevando en su propio cuerpo la carga de nuestros pecados, para que nosotros, habiendo muerto con él al pecado, podamos vivir 'a la justicia. Por su herida mortal habéis sido vosotros sanados.


Ya sabéis que también Cristo padeció una sola vez a causa de los pecados, el justo por los injustos, para llevaros a la reconciliación con Dios. Ciertamente murió en el cuerpo, pero lo resucitó el Espíritu Santo,


que se ofreció en sacrificio por nuestros pecados, y no solo por los nuestros sino también por los de todo el mundo.


Cristo, al morir por nosotros, nos legó el más alto ejemplo de amor, pues nos demostró que quien ama de veras está dispuesto incluso a dar la vida por sus hermanos.


y de Jesucristo, el fiel testigo de la verdad. Él ha sido el primero en levantarse de los muertos para no volver a morir, y su soberanía se extiende sobre todos los reyes de la tierra. Movido por su amor infinito lavó con su sangre nuestros pecados,


y le ofrecieron al Cordero un nuevo canto, que decía: 'Tú eres digno de tomar el rollo, romper sus sellos y abrirlo, porque fuiste sacrificado y con tu sangre nos compraste para Dios de entre todos los linajes, lenguas, pueblos y naciones;


Después de esto vi una inmensa multitud procedente de toda nación, tribu, raza y lengua. Su número era incontable, y se hallaban todos delante del trono y en presencia del Cordero, vestidos de blanco y con hojas de palma en las manos.


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