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Efesios 1:7 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

7 en quien tenemos redención por su muerte, es decir, el perdón de los pecados conforme a las riquezas de su gracia,

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Biblia Reina Valera 1960

7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 En él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 en quien tenemos la° redención por su sangre, el perdón de los pecados,° conforme a las riquezas de su gracia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 En él tenemos la redención por medio de su sangre, el perdón de los pecados según la riqueza de su gracia,

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Efesios 1:7
67 Referans Kwoze  

Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate de muchos. Dos ciegos reciben la vista


porque esto es mi sangre del nuevo pacto, la cual será derramada en favor de muchos, para perdón de los pecados.


perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;


Esto es mi sangre, que va a ser derramada en favor de muchos, para sellar el nuevo pacto de Dios con el hombre.


y proclamando salvación para su pueblo mediante el perdón de sus pecados.


Y era necesario también que, en su nombre, comenzando en Jerusalén y hasta el último rincón del mundo, se predicase el perdón que Dios ofrece a los que se arrepienten de sus pecados.


A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; pero a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar. Jesús se aparece a Tomás


También de él testifican los profetas, afirmando que cualquiera que crea en él alcanzará por su nombre el perdón de los pecados.


Pedro les contestó: Arrepentíos de lo malo que hayáis hecho, volveos a Dios y bautizaos en el nombre de Jesucristo para obtener el perdón de los pecados. Entonces recibiréis también el don del Espíritu Santo,


Por lo tanto, ¡cuidad de vosotros mismos y cuidad de la grey de Dios! Porque el Espíritu Santo os ha encomendado la responsabilidad de guiar y cuidar la iglesia del Señor, la cual él adquirió pagando el precio con su propia sangre.


Arrepentíos, pues, cambiad de actitud y volveos a Dios, para que él os limpie de vuestros pecados, para que desde su propia presencia traiga sobre vosotros tiempos de paz y tranquilidad,


¿O quizá desprecias el tesoro de su benignidad, paciencia y aguante, olvidando que él te ha estado dando tiempo para que te apartes de tus pecados, y que con su bondad quiere conducirte a que te arrepientas?


pero Dios, por pura gracia, nos declara justos merced a la obra redentora de Jesucristo.


Porque Dios envió a Jesucristo para que sufriera el castigo que nosotros merecemos, y para que, por medio de la fe en su sangre derramada, obtuviéramos el perdón de nuestros pecados. De este modo, Dios ha puesto de manifiesto su justicia, absolviéndonos generosamente y pasando por alto en su paciencia los pecados anteriormente cometidos.


Así también tiene Dios la libertad de mostrar sus gloriosas riquezas a quienes de antemano preparó para derramar sobre ellos su compasión, con el propósito de mostrar al mundo la inmensidad de su gloria.


Por eso, porque Dios así lo ha querido, vosotros estáis unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha constituido para nosotros en sabiduría, justificación, santificación y redención.


Porque sabéis muy bien lo que nuestro Señor Jesucristo hizo en vuestro favor, cómo siendo rico sin igual, se hizo pobre por amor a vosotros, para que vosotros fuerais enriquecidos con su pobreza.


Este sello es la garantía de la herencia que hemos de recibir, por la cual alabamos a nuestro Dios glorioso. Acción de gracias e intercesión


Le pido también que abra los ojos de vuestra mente, para que sepáis cuáles son las gloriosas riquezas de esa herencia que nos ha llamado a compartir con todos los creyentes.


Alabemos, pues, a Dios, que con su gloriosa misericordia nos ha aceptado en su amado Hijo,


derramada en abundancia sobre nosotros con perfecta sabiduría e inteligencia.


Sin embargo, Dios es tan rico en misericordia y nos ha amado tanto


Así Dios, en épocas venideras, mostrará su gracia infinita en la obra que, en su misericordia para con nosotros, realizó por medio de Cristo Jesús.


que, de sus gloriosas riquezas y con su Espíritu Santo, os dote de una gran fortaleza interior.


A mí, que no lo merecía porque soy menos que el menor de todos los creyentes, Dios me concedió que anunciara entre los gentiles la buena noticia del tesoro incalculable que él nos ofrece en Cristo;


Y él, mi Dios, de las riquezas de su gloria y en virtud de la obra de Cristo Jesús, suplirá cualquier cosa que a vosotros os falte.


quien pagó con su propia sangre nuestra libertad, el perdón de nuestros pecados. La supremacía de Cristo


que consiste en un plan mantenido en secreto por Dios durante siglos y generaciones, pero que ahora ha querido revelar en toda su gloriosa riqueza a su pueblo santo: que Cristo es la esperanza de gloria en vosotros los gentiles.


A vosotros, que estabais muertos en vuestros pecados y no llevabais en vuestro cuerpo la señal de la circuncisión, Dios os dio vida juntamente con Cristo y os perdonó todos vuestros pecados.


Le he pedido a Dios que también ellos se animen, y que estrechamente unidos por los vínculos del amor alcancen las riquezas del conocimiento de Cristo con absoluta comprensión, y entiendan en qué consiste el plan secreto de Dios, que se ha manifestado en Cristo.


y se entregó a sí mismo en rescate por todos. Este es el mensaje que a su debido tiempo dio a conocer al mundo,


Él se entregó a la muerte para pagar nuestra liberación del pecado y hacernos pueblo suyo, un pueblo deseoso de practicar el bien.


derramándolo abundantemente en nosotros mediante Jesucristo nuestro Salvador.


Se puede decir que bajo aquella ley casi todo podía purificarse con sangre, y que si no se derramaba sangre, no podía haber perdón de pecados.


Cristo murió en la cruz llevando en su propio cuerpo la carga de nuestros pecados, para que nosotros, habiendo muerto con él al pecado, podamos vivir 'a la justicia. Por su herida mortal habéis sido vosotros sanados.


Ya sabéis que también Cristo padeció una sola vez a causa de los pecados, el justo por los injustos, para llevaros a la reconciliación con Dios. Ciertamente murió en el cuerpo, pero lo resucitó el Espíritu Santo,


Estas cosas os escribo, hijitos, porque Dios ha perdonado vuestros pecados en el nombre de Jesús.


que se ofreció en sacrificio por nuestros pecados, y no solo por los nuestros sino también por los de todo el mundo.


En esto consiste el verdadero amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos ama a nosotros, y por amor envió a su Hijo único como sacrificio expiatorio por nuestros pecados.


Estos son los que no se han contaminado con mujeres; además, se mantienen vírgenes. Son los que siguen al Cordero por dondequiera que va, los que fueron comprados de entre todos los habitantes de la tierra, para ser, como los primeros frutos de una cosecha, dedicados a Dios y al Cordero en calidad de ofrenda santa.


y le ofrecieron al Cordero un nuevo canto, que decía: 'Tú eres digno de tomar el rollo, romper sus sellos y abrirlo, porque fuiste sacrificado y con tu sangre nos compraste para Dios de entre todos los linajes, lenguas, pueblos y naciones;


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