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Apocalipsis 11:3 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

3 Y yo enviaré a mis dos testigos, para que durante esos mil doscientos sesenta días profeticen vestidos de cilicio.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Mientras tanto, yo daré poder a mis dos testigos, y ellos se vestirán de tela áspera y profetizarán durante esos 1260 días».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Yo enviaré a mis dos testigos vestidos con ropa de penitencia para que proclamen mi palabra durante mil doscientos sesenta días.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y daré° a mis dos testigos, y profetizarán durante mil doscientos sesenta días vestidos de tela de saco.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Yo encargaré a mis dos testigos que profeticen durante mil doscientos sesenta días, vestidos de sayal.

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Apocalipsis 11:3
43 Referans Kwoze  

¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los mismos milagros que en vosotras, ya hace tiempo que su gente se habría arrepentido y se habría vestido de saco y sentado sobre ceniza.


Si, por el contrario, no quiere oírte, busca una o dos personas que te acompañen y que puedan ser testigos juntamente contigo.


¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!, que si los milagros que hice en vosotras se hubieran hecho en Tiro y Sidón, hace tiempo que su gente andaría vestida de luto y con la cabeza cubierta de ceniza en señal de arrepentimiento.


A vosotros, que sois testigos del cumplimiento de estas cosas, •


Entonces también vosotros daréis testimonio ante todo el mundo, porque habéis estado conmigo desde el principio.


Juan respondió: Dios es quien da todas las cosas. Nadie puede recibir don alguno, si Dios no se lo da.


Sin embargo, cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros, recibiréis la fuerza necesaria para ser mis testigos en todas partes: en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta el último rincón de la tierra.


y durante muchos días se apareció a los que le habían acompañado a Jerusalén desde Galilea, los cuales ahora son testigos suyos presenciales, como sin cesar lo han venido manifestando delante del pueblo.


Dios, pues, resucitó a Jesús, de lo cual somos testigos todos nosotros.


De ese modo matasteis al Autor de la vida, al que luego Dios resucitó de la muerte, de lo cual Juan y yo somos testigos presenciales.


Así, en la iglesia, Dios ha encomendado diferentes funciones, poniendo a unos como apóstoles, a otros como profetas y a otros como maestros. También hay los que hacen milagros, los que pueden sanar a otros, los que ayudan, los administradores y los que poseen el don de hablar en lenguas extrañas.


Esta será, pues, la tercera vez que os visite; y como dicen las Escrituras: 'Toda causa se resolverá por el testimonio de dos o tres testigos'.


Él mismo repartió diferentes dones: a unos los hizo apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas, y a otros, pastores y maestros.


y de Jesucristo, el fiel testigo de la verdad. Él ha sido el primero en levantarse de los muertos para no volver a morir, y su soberanía se extiende sobre todos los reyes de la tierra. Movido por su amor infinito lavó con su sangre nuestros pecados,


No midas el patio exterior del templo, porque ha sido entregado a los gentiles, que pisotearán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses.


Ambos tienen poder para cerrar los cielos, para que no llueva durante todo el tiempo de su misión profética. Y tienen poder para convertir en sangre el agua de los ríos y de los mares, y para traer plagas sobre la tierra cuantas veces les parezca necesario.


Entonces huyó la mujer a refugiarse en el desierto. Allí Dios le había preparado un lugar donde ser sustentada durante mil doscientos sesenta días.


El dragón alentó entonces a la bestia para que hablase con toda jactancia y profiriese blasfemias contra el Señor; y le dio autoridad para regir la tierra durante cuarenta y dos meses.


Me postré entonces a sus pies, para adorarle; pero él me dijo: ¡No lo hagas! Yo soy también un siervo de Dios, lo mismo que tú y tus hermanos, los que mantienen vivo el testimonio de su fe en Jesús. Adora a Dios, porque el espíritu que anima a la profecía es dar testimonio de Jesús. El jinete del caballo blanco


Y vi unos tronos en los que se sentaban los que habían sido facultados para juzgar. Y vi también las almas de los que habían sido decapitados por ser testigos de Jesús y por proclamar la palabra de Dios. Ellos nunca habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni habían aceptado en ningún momento que los marcaran en la frente o en las manos; y yo los vi resucitar y reinar mil años con Cristo.


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