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2 Pedro 1:4 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

4 juntamente con las cuales nos ha concedido sus más preciosas y grandes promesas, mediante las cuales, habiendo huido vosotros de la corrupción que en este mundo causan los malos deseos, sois hechos partícipes de la naturaleza divina.

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Biblia Reina Valera 1960

4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Por ellas nos ha concedido lo más grande y precioso que se pueda ofrecer: ustedes llegan a ser partícipes de la naturaleza divina, escapando de la corrupción que en este mundo va a la par con el deseo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 por medio de las cuales nos ha dado° preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegarais a ser consubstanciales° con la naturaleza divina; habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 en virtud de las cuales nos hizo donación de preciosas y magníficas promesas, para que seáis participantes de la divina naturaleza huyendo de la corrupción existente en el mundo por causa de la concupiscencia.

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2 Pedro 1:4
25 Referans Kwoze  

Se trata de los israelitas, a quienes Dios adoptó como hijos e hizo de ellos su propio pueblo. Dios les manifestó su gloria, los hizo objeto de su pacto y les reveló su voluntad mediante la promulgación de la ley; los instruyó en la organización del culto y les dio las promesas de la salvación que un día había de venir.


En Cristo, todas las promesas de Dios son 'Sí' y 'Amén'; es decir, están confirmadas. Y para gloria de Dios se cumplen en nosotros, los que somos de Cristo,


Por lo tanto, todos nosotros, que miramos a cara descubierta la gloria del Señor, la reflejamos como claros espejos, y conforme a su propia imagen somos transformados y crecemos más y más en gloria por la acción del Espíritu del Señor.


Y dice también: 'Salid de en medio de ellos, y apartaos;no toquéis su inmundiciay yo os recibiré con los brazos abiertos.


Pues bien, Dios hizo promesas a Abraham y a su descendencia (y fijaos en que no se habla de descendientes, sino de la descendencia de Abraham, la cual evidentemente es Cristo).


Si siembra para satisfacer deseos puramente humanos, cosechará tan sólo corrupción y muerte. En cambio, si lo que siembra es para el Espíritu Santo, su cosecha será la vida eterna que procede del mismo Espíritu.


llevándonos a todos a profesar una misma fe y un mismo conocimiento del Hijo de Dios. Dicho de otro modo: para que crezcamos en madurez y perfección hasta que Cristo llene totalmente nuestra existencia.


Ahora vivís una nueva vida, y para asemejaros cada vez más a su creador debéis renovaros sin cesar, día a día, para alcanzar la plena comprensión de que


Porque ciertamente nuestros padres terrenales nos corrigen durante unos pocos años lo mejor que saben; pero la disciplina que impone el Señor es tan provechosa, que nos capacita para participar de su santidad.


De este modo, Cristo es mediador de un nuevo pacto, a fin de que, habiendo obtenido con su muerte el perdón de los pecados cometidos durante el tiempo del pacto anterior, los llamados por Dios reciban la promesa de la herencia eterna.


La auténtica religión no contaminada consiste en cuidar de los más débiles: ocuparse de los huérfanos y las viudas, y no dejarse manchar por el mundo.


Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a todos los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo habéis llegado a poseer una fe como la nuestra, igualmente preciosa.


Sin embargo, tened igualmente presente que entonces, conforme a la promesa de Dios, habrá unos nuevos cielos y una nueva tierra, y en ellos habitará la justicia.


Aunque a algunos les parezca tardanza, el Señor no va a demorar el cumplimiento de su promesa; sólo que él, por evitar que alguno se pierda, está alargando pacientemente el plazo para darle a todo pecador ocasión de arrepentirse.


Porque en esto, en la vida eterna, consiste la promesa que nos hizo Jesucristo.


Sí, amados, ahora somos hijos de Dios; pero todavía no se ha manifestado lo que después hayamos de ser. Pero de una cosa estamos seguros: cuando Cristo venga, seremos semejantes a él y 'le veremos tal como es.


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