1 ¿Vamos ahora a comportarnos nosotros como esos falsos maestros que se ensalzan y recomiendan a sí mismos? No, porque ni necesitamos traeros a vosotros cartas que nos recomienden, ni tampoco necesitamos ser recomendados por vosotros.
1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?
1 ¿Otra vez comenzamos a elogiarnos a nosotros mismos? ¿Acaso somos como otros, que necesitan llevarles cartas de recomendación o que les piden que se escriban tales cartas en nombre de ellos? ¡Por supuesto que no!
1 ¿Comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso tenemos necesidad, como algunos, de epístolas de recomendación para vosotros, o de° vosotros?
1 ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O quizá necesitamos, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros o de vuestra parte?
Apolos expresó más tarde su deseo de pasar a Acaya, viaje que también le animaron a emprender los creyentes de Éfeso, los cuales, movidos por tal propósito, escribieron a los discípulos de aquella provincia romana para que lo recibieran con agrado. La visita de Apolos fue de gran provecho para todos los que, por la gracia de Dios, habían creído,
Eso es lo que también yo trato de hacer en todo momento, no buscando mi satisfacción personal sino lo que sea de beneficio para muchos, a fin de que sean muchos los que alcancen la salvación.
Dios, haciéndome objeto de su gracia, me dio que yo, como un arquitecto con experiencia, pusiera los cimientos, a fin de que otros pudieran edificar encima. Ahora bien, los que ahora trabajen para levantar el edificio, deberán prestar atención a cómo lo hacen
porque aunque tengáis diez mil ayos que os instruyan acerca de Cristo, no tendréis muchos padres que, como yo, os hayan engendrado en Cristo por la predicación del evangelio.
Pero no penséis que somos tan atrevidos como para contarnos o compararnos con esos que van por ahí ensalzándose sin recato, considerándose medida justa de las cosas y comparándose consigo mismos, con lo cual demuestran su falta de sensatez.
Quizás a alguien le parezca que me estoy jactando más de la cuenta a propósito de nuestra autoridad, la cual nos dio el Señor para edificación, no para destrucción; pero, en todo caso, lo que digo es cierto y no me avergonzaré de ello.
Ya sé que me he portado como un necio con mi jactancia, pero vosotros me habéis obligado a ello, ya que sois vosotros quienes deberíais haber hablado bien de mí; pues aunque yo no valgo nada, tampoco en nada he sido inferior a aquellos 'grandes apóstoles'.
¿Quizás aún pensáis que estamos tratando de justificar ante vosotros nuestra conducta? No es así, amados míos, sino que hablamos en presencia de Dios y como creyentes en Cristo con el único propósito de edificaros espiritualmente.
Desde luego, no ésos que buscando su personal provecho llegan incluso a falsear la palabra de Dios, sino los que con plena sinceridad llevamos el mensaje de Cristo, enviados por Dios y en la presencia de Dios.
Pero no penséis que con esto nos estamos alabando y tratando de recomendarnos otra vez a vosotros, pues lo único que pretendemos es que os sintáis orgullosos de nosotros, y daros argumentos para rebatir a quienes se jactan de puras apariencias y tienen vacío el corazón.