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2 Corintios 12:2 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

2 Yo sé de un hombre, un creyente en Cristo, que hace catorce años fue arrebatado al tercer cielo (aunque sólo Dios sabe si corporalmente o en espíritu).

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Biblia Reina Valera 1960

2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Hace catorce años fui llevado hasta el tercer cielo. Si fue en mi cuerpo o fuera de mi cuerpo no lo sé; solo Dios lo sabe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Sé de un cierto creyente, el cual hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo. Si fue con el cuerpo o fuera del cuerpo, eso no lo sé, lo sabe Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Sé de un hombre en el Mesías que hace catorce años (si en cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años -si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe- fue arrebatado al tercer cielo.

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2 Corintios 12:2
40 Referans Kwoze  

y mientras los bendecía se separó de ellos y fue llevado arriba, al cielo.


El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él.


los cuales, al saberlo, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a la región 'de su cercano entorno.


Después de estas cosas, estando ya en Jerusalén, me encontraba un día en el templo, y mientras oraba caí en éxtasis.


Saludad a Apeles, bien acreditado en Cristo; y también a los de la casa de Aristóbulo.


Saludad en mi nombre a Priscila y Aquila, colaboradores míos en la obra de Cristo Jesús.


También a Andrónico y Junias, parientes míos y compañeros de prisión, los cuales llegaron antes que yo a la fe de Cristo, y por quienes los apóstoles sienten un gran aprecio.


a Urbano, nuestro colaborador en la obra de Cristo, y al muy amado Eustaquio.


Ahora pues, a quienes pertenecemos a Cristo Jesús no nos espera ya ninguna condenación,


Por eso, porque Dios así lo ha querido, vosotros estáis unidos a Cristo Jesús, a quien Dios ha constituido para nosotros en sabiduría, justificación, santificación y redención.


¿Por qué?, ¿será quizá porque no os quiero?... ¡Dios sabe que sí!


Examinaos a vosotros mismos para comprobar si seguís en el camino de la fe, y para conocer si tenéis a Jesucristo en vuestro corazón. ¿O es que quizá habéis fracasado en la prueba?


Cuando alguien se convierte a Cristo, se transforma en una nueva criatura. Su existencia anterior queda atrás, y él comienza a vivir una nueva vida, a ser parte de una nueva creación.


Porque Dios tomó a Cristo, que de sí mismo no conocía el pecado, y le hizo cargar con el nuestro como si fuera suyo; de esta forma, a nosotros, libres ya de toda culpa, Dios nos declara justos.


Por entonces, los cristianos de las iglesias de Judea todavía no me conocían, ni siquiera de vista.


Los que hemos recibido en Cristo la promesa de la vida eterna, no hemos de preocuparnos de si estamos o no circuncidados. Lo que a nosotros nos importa es la fe que actúa por medio del amor.


Así pues, aquel que descendió es el que luego subióhasta lo más alto del cielo para llenarlo todo.


Luego nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados entre nubes juntamente con ellos y llevados al encuentro del Señor en el aire. De ese modo permaneceremos para siempre con el Señor.


Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran sumo sacerdote, que por ayudarnos traspasó la barrera del cielo; por tanto, mantengamos firmemente nuestra confianza en él.


Cristo no entró en el santuario terrenal, hecho por manos humanas como símbolo del verdadero, sino que entró en el mismo cielo para presentarse delante de Dios a favor nuestro.


Un domingo, estando yo en comunión con el Espíritu, oí detrás de mí una voz, vibrante como un toque de trompeta,


La mujer dio a luz un hijo varón que gobernará a las naciones como con vara de hierro; pero se lo arrebataron para Dios y su trono.


Al instante me sentí transportado por el Espíritu, y vi un trono en el cielo y a uno que estaba sentado en él.


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