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1 Pedro 1:1 - Biblia Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a todos los que residís fuera de vuestra patria, dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.

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Biblia Reina Valera 1960

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Yo, Pedro, apóstol de Jesucristo, escribo esta carta a los elegidos por Dios que viven como extranjeros en las provincias de Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Pedro, apóstol de Cristo Jesús, a los (judíos) que viven fuera de su patria, dispersos por el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Pedro, un apóstol° de Jesús el Mesías, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos que viven como peregrinos en la diáspora, en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos,

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1 Pedro 1:1
34 Referans Kwoze  

Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;


Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie podría salvarse; pero serán acortados por el bien de los que Dios ha escogido.


Andaba Jesús un día por la orilla del mar de Galilea, cuando vio a dos pescadores que estaban lanzando la red al agua. Eran hermanos, y se llamaban el uno Pedro y el otro Andrés.


¿acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que acuden a él de día y de noche? ¿Pensáis que él tardará mucho en responder a sus clamores?


y no solo por esa nación, sino para reunir a los hijos de Dios esparcidos por todo el mundo.


Los judíos, intrigados por aquellas palabras, se preguntaban: ¿A dónde querrá irse éste, que no podamos encontrarle? ¿Acaso piensa abandonar el país para ir a enseñar a los judíos que viven entre los griegos, o a los gentiles?


En esta ciudad conoció a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que con Priscila, su esposa, acababa de llegar de Italia. De allí habían salido a causa del decreto de expulsión que el emperador Claudio había dictado contra todos los judíos que residían en Roma.


En esta ciudad pasó algún tiempo, a cuyo término salió de nuevo para recorrer ciertos puntos de Galacia y Frigia en los que había discípulos que quería visitar y fortalecer en la fe del Señor.


De este modo mantuvo su trabajo por otros dos años, con tanta dedicación que en la provincia de Asia no quedaron judíos ni griegos que no hubieran escuchado el mensaje del Señor.


Pero un día se presentaron a discutir con él algunos individuos pertenecientes a una sinagoga llamada 'de los Libertos', a los cuales se unieron otros procedentes de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia romana de Asia.


A pesar de todo, los creyentes que habían sido dispersados no dejaban de anunciar el evangelio por todas partes adonde iban.


Recuerdos fraternales de las iglesias de Asia. Aquila y Priscila os envían saludos, y asimismo los hermanos de la iglesia que se reúne en su casa.


Creo, hermanos, que no debéis ignorar los problemas a los que tuvimos que hacer frente en Asia. Hasta tal punto fueron abrumadores, que nos parecían imposibles de soportar; incluso llegó un momento en que perdimos la esperanza de salir de allí con vida,


y los demás hermanos en la fe que están conmigo, a las iglesias de la provincia de Galacia.


Recordad que vuestra vida se desarrollaba entonces sin Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa; y por eso andabais perdidos en un mundo falto de esperanza y de Dios.


De manera que ya vosotros no sois extranjeros ni gente ajena, sino miembros de la familia de Dios, conciudadanos de todos los creyentes en Cristo.


Como sin duda sabes, los creyentes de la provincia de Asia que vinieron conmigo me han abandonado; entre ellos, Figelo y Hermógenes.


Sin embargo, todos estos hombres, aunque tenían puesta su fe en Dios, murieron sin haber visto hecho realidad lo prometido; en cambio, sí que vieron con los ojos de la fe que allá a lo lejos les esperaba el pleno cumplimiento de las promesas de Dios; por lo cual reconocieron y confesaron que este mundo no era el suyo, y que tan sólo como extranjeros y peregrinos transitaban por él.


Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus del pueblo de Dios que se encuentran dispersas por todo el mundo. Pruebas y tentaciones


Amados hermanos, puesto que por este mundo tan sólo transitamos en calidad de extranjeros y peregrinos, os ruego que os abstengáis de los deseos carnales, esos impuros deseos que combaten contra el alma.


Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a todos los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo habéis llegado a poseer una fe como la nuestra, igualmente preciosa.


que me decía: Escribe en un libro las cosas que vas a ver, y envíalo a las siete iglesias de la provincia de Asia: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.


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