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Jeremías 23:9 - Biblia del Siglo de Oro

9 A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan. A causa de Jehová y a causa de sus santas palabras estoy como un ebrio, como un hombre dominado por el vino,

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Biblia Reina Valera 1960

9 A causa de los profetas mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Mi corazón está destrozado debido a los falsos profetas, y me tiemblan los huesos. Me tambaleo como un borracho, como alguien dominado por el vino, debido a las santas palabras que el Señor ha pronunciado contra ellos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Para los profetas. Se me parte el corazón en mi pecho, tiemblo de pies a cabeza; quedo como un borracho que ha volteado el vino, al ver a Yavé y oír sus santas palabras:'

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 A los profetas: Mi corazón está quebrantado dentro de mí, Y todos mis huesos se estremecen. He venido a ser como un ebrio, Como un hombre vencido por el vino, A causa de YHVH, Y a causa de sus santas palabras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Sobre los profetas. Se me rompe el corazón dentro de mí, tiemblan todos mis huesos; estoy como un hombre borracho, como uno a quien rindió el vino, por causa de Yahveh y de sus santas palabras:

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Jeremías 23:9
21 Referans Kwoze  

Has hecho ver a tu pueblo cosas duras; nos hiciste beber vino de aturdimiento.


El escarnio ha quebrantado mi corazón y estoy acongojado. Esperé a quien se compadeciera de mí, y no lo hubo; busqué consoladores, y ninguno hallé.


¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín y de la flor caduca de la hermosura de su gloria, que está sobre la cabeza del valle fértil de los aturdidos del vino!


¡Deteneos y maravillaos; ofuscaos y cegaos! ¡Embriagaos, pero no de vino; tambaleaos, pero no por sidra!


Ahora, pues, oye esto, afligida, ebria, pero no de vino:


Entonces dije: «¡Ay de mí que soy muerto!, porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos».


Por eso dije: «¡No me acordaré más de él ni hablaré más en su nombre!». No obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos. Traté de resistirlo, pero no pude.


Cuando oyeron todas aquellas palabras, cada uno se volvió espantado a su compañero, y dijeron a Baruc: «¡Sin duda, le contaremos al rey todas estas palabras!».


los profetas profetizan mentira y los sacerdotes dominan por manos de ellos. ¡Y mi pueblo así lo quiere! ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?».


A causa de mi intenso dolor, mi corazón desfallece.


¡Ay, si mi cabeza se hiciera agua y mis ojos fuentes de lágrimas, para llorar día y noche a los muertos de la hija de mi pueblo!


Me ha llenado de amargura, me ha embriagado de ajenjo.


Así ha dicho Jehová, el Señor: ¡Ay de los profetas insensatos, que andan en pos de su propio espíritu y que nada han visto!


y le dijo Jehová: «Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella».


Matad a viejos, a jóvenes y a vírgenes, a niños y a mujeres, hasta que no quede ninguno. Pero a todo aquel sobre el cual esté la señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario». Comenzaron, pues, desde los hombres ancianos que estaban delante del Templo.


»Yo, Daniel, quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días. Cuando me levanté, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía».


Oí, y se conmovieron mis entrañas; al oir la voz temblaron mis labios. Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí. Tranquilo espero el día de la angustia que vendrá sobre el pueblo que nos ataca.


Y yo sin la Ley vivía en un tiempo; pero al venir el mandamiento, el pecado revivió y yo morí.


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