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Génesis 20:7 - Biblia del Siglo de Oro

7 Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido, porque es profeta y orará por ti para que vivas. Pero si no la devuelves, debes saber que de cierto morirás tú, y todos los tuyos».

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Biblia Reina Valera 1960

7 Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Ahora devuelve la mujer a su esposo; y él orará por ti, porque es profeta. Entonces vivirás; pero si no la devuelves, puedes estar seguro de que tú y todo tu pueblo morirán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Ahora devuelve su mujer a ese hombre, porque es un profeta. El rogará por ti y vivirás. Pero si no se la devuelves, debes saber que morirás sin remedio, tú y todos los tuyos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Devuelve ahora a la mujer de ese hombre, porque es profeta, y él orará por ti, y vivirás. Pero si no la devuelves, sabe que de cierto morirás, tú y todos los tuyos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Ahora, pues, devuelve la mujer de este hombre, pues él es un profeta, y orará por ti, y vivirás. Si no la devuelves, sabe que de cierto morirás, tú y todos los tuyos'.

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Génesis 20:7
42 Referans Kwoze  

También la vieron los príncipes del faraón, quienes la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa del faraón.


Pero Jehová hirió al faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai, mujer de Abram.


pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás».


porque Jehová, a causa de Sara, mujer de Abraham, había cerrado completamente toda matriz de la casa de Abimelec.


Pero Dios vino a Abimelec en sueños, de noche, y le dijo: «Vas a morir a causa de la mujer que has tomado, la cual es casada y tiene marido».


A la mañana siguiente se levantó Abimelec y llamó a todos sus siervos. Contó todas estas cosas a oídos de ellos, y los hombres sintieron mucho temor.


—Óyenos, señor nuestro. Tú eres un príncipe de Dios entre nosotros; sepulta a tu muerta en lo mejor de nuestros sepulcros, pues, ninguno de nosotros te negará su sepulcro ni te impedirá que entierres a tu muerta.


Cuando David vio al ángel que castigaba al pueblo, dijo a Jehová: —Yo pequé, yo hice lo malo; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí y contra la casa de mi padre.


Entonces el rey, dirigiéndose al hombre de Dios, dijo: —Te pido que ruegues ante la presencia de Jehová, tu Dios, y ores por mí, para que mi mano sea restaurada. El hombre de Dios oró a Jehová y la mano del rey se le restauró; quedó como era antes.


Naamán se fue enojado diciendo: «Yo que pensaba: “De seguro saldrá enseguida, y puesto en pie invocará el nombre de Jehová, su Dios, alzará su mano, tocará la parte enferma y sanará la lepra”.


Dijo: “No toquéis a mis ungidos ni hagáis mal a mis profetas”.


Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no actuaron conforme a lo que está escrito, pues comieron la Pascua sin haberse purificado. Pero Ezequías oró por ellos diciendo: «Jehová, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha preparado su corazón para buscar a Dios,


Pues, ¿cuánto menos a aquel que no hace diferencia entre príncipes, ni respeta más al rico que al pobre, porque todos son obra de sus manos?


Ahora, pues, tomad siete becerros y siete carneros, id a mi siervo Job y ofreced holocausto por vosotros. Mi siervo Job orará por vosotros y yo de cierto lo atenderé para no trataros con afrenta por no haber hablado de mí con rectitud, como mi siervo Job».


La comunión íntima de Jehová es con los que lo temen, y a ellos hará conocer su pacto.


Entonces el suegro de Moisés le dijo: —No está bien lo que haces.


Él hablará por ti al pueblo; será como tu boca, y tú ocuparás para él el lugar de Dios.


Jehová dijo a Moisés: —Mira, yo te he constituido dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.


Y me dijo Jehová: «No ruegues por el bien de este pueblo.


Entonces Jehová me dijo: «Aunque Moisés y Samuel se pusieran delante de mí, no estaría mi voluntad con este pueblo. Échalos de mi presencia, y que salgan.


Y si ellos son profetas y está con ellos la palabra de Jehová, oren ahora a Jehová de los ejércitos para que los utensilios que han quedado en la casa de Jehová y en la casa del rey de Judá y en Jerusalén, no vayan a Babilonia»,


Cuando yo diga al impío: “De cierto morirás”, si tú no lo amonestas ni le hablas, para que el impío sea advertido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.


Cuando yo diga al impío: ‘¡Impío, de cierto morirás!’, si tú no hablas para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero yo demandaré su sangre de tu mano.


entonces, si ha pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño del despojo, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló,


El sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá el perdón de cualquiera de aquellas cosas en que suele ofender».


Respondiendo entonces Simón, dijo: —Rogad vosotros por mí al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.


El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia.


Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,


Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.


Si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida.


Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: —Ruega por tus siervos a Jehová, tu Dios, para que no muramos; porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir un rey para nosotros.


Así que, lejos de mí pecar contra Jehová dejando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.


Luego dijo Samuel: «Reunid a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros a Jehová».


Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: «No ceses de clamar por nosotros a Jehová, nuestro Dios, para que nos guarde de manos de los filisteos».


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