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Esdras 4:4 - Biblia del Siglo de Oro

4 Entonces la gente del país intimidó al pueblo de Judá y lo atemorizó para que no siguiera edificando.

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Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

4 Pero el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Entonces los habitantes del lugar intentaron desalentar e intimidar al pueblo de Judá para impedirle que siguiera trabajando.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 La gente del país trató entonces de desanimar al pueblo de Judá y de amenazarlo para impedirle que construyera.

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Entonces sucedió que el pueblo de la tierra° desalentaba° al pueblo de Judá, y los hostigó mientras construían,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Entonces, aquella gente de la tierra se dedicó a desanimar al pueblo de Judá y a atemorizarlos, para que no continuaran la construcción.

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Esdras 4:4
11 Referans Kwoze  

Luego que el hijo de Saúl supo que Abner había muerto en Hebrón, las manos se le debilitaron, y todo Israel se sintió atemorizado.


Colocaron el altar firme sobre su base, porque tenían miedo de la gente de la región, y ofrecieron sobre él holocaustos a Jehová, los holocaustos de la mañana y de la tarde.


Sobornaron además contra ellos a algunos consejeros para frustrar sus propósitos, durante todo el tiempo que Ciro fue rey de Persia y hasta el reinado de Darío, rey de Persia.


Nuestros enemigos dijeron: «Que no sepan ni vean hasta que entremos en medio de ellos, los matemos y hagamos cesar la obra».


dijo delante de sus hermanos y del ejército de Samaria: —¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día? ¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?


Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: «Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será terminada». «¡Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos!».


Y dijeron los jefes al rey: «Muera ahora este hombre; porque de esta manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras; porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal».


Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.


Él me dijo: “¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.


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