Mateo 17 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)El cambio en el rostro y en la ropa de Jesús 1 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte, a una montaña alta. 2 Allí cambió su apariencia en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. 3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. 4 Pedro le dijo a Jesús: ―Señor, ¡qué bueno que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. 5 Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió, de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy contento con él. ¡Escúchenlo!». 6 Al oír esto, los discípulos se llenaron de terror, cayeron al suelo de rodillas, y se inclinaron hasta tocar el suelo con su rostro. 7 Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó. ―Levántense —les dijo—. No tengan miedo. 8 Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús. 9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les encargó: ―No le cuenten a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del hombre se levante de entre los muertos. 10 Entonces los discípulos le preguntaron a Jesús: ―¿Por qué dicen los maestros de la Ley que Elías tiene que venir primero? 11 ―Sin duda Elías vendrá y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—. 12 Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos. 13 Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista. Jesús sana a un muchacho endemoniado 14 Cuando llegaron a donde estaba la gente, un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él. 15 Y le dijo: ―Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. 16 Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo. 17 ―¡Ah, gente incrédula y malvada! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme acá al muchacho. 18 Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquel momento. 19 Después los discípulos se acercaron a Jesús y, en privado, le preguntaron: ―¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 20-21 ―Por la poca fe que tienen —les respondió—. Les aseguro que, si tuvieran fe tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible. Jesús anuncia su muerte otra vez 22 Estando reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de sus enemigos. 23 Lo matarán, pero al tercer día resucitará». Y los discípulos se entristecieron mucho. El impuesto para el Templo 24 Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Capernaúm, los que cobraban el impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: ―¿Su maestro no paga el impuesto del Templo? 25 ―Sí, lo paga —respondió Pedro. Al entrar Pedro en la casa, se adelantó Jesús a preguntarle: ―¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás? 26 ―A los demás —contestó Pedro. ―Entonces los suyos no tienen que pagar —le dijo Jesús—. 27 Pero, para no ofender a esta gente, vete al lago y echa el anzuelo. Saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y dásela a ellos por mi impuesto y por el tuyo. |
Nueva Versión Internacional Simplificada
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