Mateo 16 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)La señal de Jonás 1 Los fariseos y los saduceos se acercaron a Jesús y, para ponerle una trampa, le pidieron que les mostrara una señal del cielo. 2 Él les contestó: «Al atardecer, ustedes dicen que hará buen tiempo porque el cielo está rojizo. 3 Y por la mañana, dicen que habrá tempestad porque el cielo está nublado y amenazante. Ustedes saben interpretar la apariencia del cielo, pero no las señales de los tiempos. 4 ¡Esta gente malvada y adúltera pide una señal milagrosa! Pero solo se le dará la señal de Jonás». Entonces Jesús los dejó y se fue. Cuidado con los fariseos y los saduceos 5 Cruzaron el lago, pero a los discípulos se les había olvidado llevar pan. 6 ―Tengan cuidado —les dijo Jesús—; eviten la levadura de los fariseos y de los saduceos. 7 Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan». 8 Al darse cuenta de esto, Jesús les dijo: ―Hombres de poca fe, ¿por qué están hablando de que no tienen pan? 9 ¿Todavía no entienden? ¿No recuerdan los cinco panes para los cinco mil y el número de canastas que recogieron? 10 ¿Ni los siete panes para los cuatro mil y el número de canastas que recogieron? 11 ¿Cómo es que no entienden que no hablaba del pan, sino de tener cuidado de la levadura de los fariseos y los saduceos? 12 Entonces comprendieron que no les decía que se cuidaran de la levadura del pan, sino de la enseñanza de los fariseos y de los saduceos. El reconocimiento de Pedro 13 Cuando llegó a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ―¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? 14 Le respondieron: ―Unos dicen que es Juan el Bautista, otros, que Elías, y otros, que Jeremías o uno de los profetas. 15 ―Y ustedes, ¿qué dicen?, ¿quién soy yo? 16 ―Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente —afirmó Simón Pedro. 17 ―Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ninguna persona, sino mi Padre que está en el cielo. 18 Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo. 20 Luego les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Cristo. Jesús anuncia su muerte 21 Desde entonces comenzó Jesús a decirles a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén. Decía que allí sufriría muchas cosas a manos de los líderes judíos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la Ley. Y decía que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara. 22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo: ―¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás! 23 Pero Jesús se dio vuelta y le dijo a Pedro: ―¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme desobedecer; no piensas desde el punto de vista de Dios, sino del punto de vista humano. 24 Luego dijo Jesús a sus discípulos: ―Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. 25 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la encontrará. 26 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? 27 Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho. 28 Les aseguro que algunos de los aquí presentes no sufrirán la muerte sin antes haber visto al Hijo del hombre llegar en su reino. |
Nueva Versión Internacional Simplificada
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