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Marcos 8 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)


Jesús alimenta a cuatro mil

1 En aquellos días se reunió de nuevo mucha gente, y no tenían nada que comer. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:

2 ―Siento compasión de esta gente porque ya llevan tres días conmigo y no tienen nada que comer.

3 Si los despido a sus casas sin haber comido, se van a desmayar por el camino, porque algunos de ellos han venido de lejos.

4 Pero los discípulos contestaron: ―¿Dónde se va a conseguir suficiente pan en este lugar despoblado para darles de comer?

5 ―¿Cuántos panes tienen? —les preguntó Jesús. ―Siete —respondieron.

6 Entonces mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomando los siete panes, dio gracias y los partió. Luego se los fue dando a sus discípulos para que los repartieran a la gente, y así lo hicieron.

7 Tenían además unos cuantos pescaditos. Dio gracias por ellos también y les dijo a los discípulos que los repartieran.

8 La gente comió hasta quedar satisfecha. Después, los discípulos recogieron siete canastas de pedazos que sobraron.

9 Los que comieron eran unos cuatro mil. Tan pronto como los despidió,

10 Jesús se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

11 Llegaron los fariseos y comenzaron a discutir con Jesús. Para ponerle una trampa, le pidieron una señal del cielo.

12 Él lanzó un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué pide esta gente una señal milagrosa? Les aseguro que no se le dará ninguna señal».

13 Entonces los dejó, volvió a embarcarse y cruzó al otro lado.


Cuidado con los fariseos y Herodes

14 A los discípulos se les había olvidado llevar pan; solo tenían uno en la barca.

15 ―Tengan cuidado —les dijo Jesús—; ¡ojo con la levadura de los fariseos y con la de Herodes!

16 Ellos comentaban entre sí el hecho de que no tenían pan.

17 Al darse cuenta de esto, Jesús les dijo: ―¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen la mente embotada?

18 ¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen? ¿Acaso no recuerdan?

19 Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? ―Doce —respondieron.

20 ―Y, cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? ―Siete.

21 Entonces concluyó: ―¿Y todavía no entienden?


Jesús sana a un ciego en Betsaida

22 Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas le llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara.

23 Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ―¿Puedes ver algo?

24 El hombre alzó los ojos y dijo: ―Veo gente; parecen árboles que caminan.

25 Entonces le puso de nuevo las manos sobre los ojos, y el ciego fue curado: recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad.

26 Jesús lo mandó a su casa y le dijo: ―No vayas a entrar en el pueblo.


El reconocimiento de Pedro

27 Jesús y sus discípulos salieron hacia las aldeas de Cesarea de Filipo. En el camino les preguntó: ―¿Quién dice la gente que soy yo?

28 ―Unos dicen que Juan el Bautista, otros, que Elías, y otros, que uno de los profetas —respondieron.

29 ―Y ustedes, ¿qué dicen?, ¿quién soy yo? ―Tú eres el Cristo —afirmó Pedro.

30 Jesús les ordenó que no hablaran a nadie acerca de él.


Jesús anuncia su muerte

31 Luego comenzó a enseñarles: ―El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los líderes judíos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley. Es necesario que lo maten y que a los tres días resucite.

32 Habló de esto con toda claridad. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.

33 Pero Jesús se dio vuelta, miró a sus discípulos y reprendió a Pedro. ―¡Aléjate de mí, Satanás! —le dijo—. Tú no piensas desde el punto de vista de Dios, sino del punto de vista humano.

34 Entonces llamó a la gente y a sus discípulos. ―Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.

35 Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por la buena noticia la salvará.

36 ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde la vida?

37 ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?

38 Quizá haya alguien que se avergüence de mí y de mis palabras en medio de esta gente infiel y pecadora. Si es así, el Hijo del hombre se avergonzará de esa persona cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

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