Hechos 23 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)1 Pablo se quedó mirando fijamente al tribunal y dijo: ―Amigos israelitas, hasta hoy yo he actuado delante de Dios con toda buena conciencia. 2 Ante esto, el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban cerca de Pablo que lo golpearan en la boca. 3 ―¡Hipócrita, a usted también lo va a golpear Dios! —reaccionó Pablo—. Usted está allí sentado para juzgarme según la Ley. ¿Y ahora usted mismo viola la Ley al mandar que me golpeen? 4 Los que estaban junto a Pablo le dijeron: ―¿Cómo te atreves a insultar al sumo sacerdote de Dios? 5 ―Amigos, no me había dado cuenta de que es el sumo sacerdote —respondió Pablo—. De hecho, las Escrituras dicen: “No hables mal del jefe de tu pueblo”. 6 Pablo, sabiendo que algunos de ellos eran saduceos y los demás fariseos, alzó su voz y dijo ante el tribunal: ―Amigos israelitas, yo soy fariseo de pura cepa. Me están juzgando porque he puesto mi esperanza en la resurrección de los muertos. 7 Apenas dijo esto, surgió una discusión entre los fariseos y los saduceos. Así que la reunión quedó dividida. 8 Por un lado los saduceos sostienen que no hay resurrección, ni ángeles ni espíritus. Por su parte, los fariseos sí creen en todo esto. 9 Se produjo entonces un gran alboroto. Algunos de los maestros de la Ley que eran fariseos se pusieron de pie y dijeron: «Este hombre no ha hecho nada malo. Es probable que un espíritu o un ángel le haya hablado». 10 La discusión se volvió tan violenta que el comandante tuvo miedo de que hicieran pedazos a Pablo. Así que ordenó a los soldados que sacaran a Pablo de allí por la fuerza y lo llevaran al cuartel. 11 A la noche siguiente, el Señor se apareció a Pablo y le dijo: «¡Ánimo! Así como has hablado de mí en Jerusalén, es necesario que lo hagas también en Roma». El plan para matar a Pablo 12 Muy de mañana, los judíos se reunieron para planear cómo matar a Pablo. Todos juraron no comer ni beber hasta que lograran matarlo. Y al jurar dijeron que una maldición caería sobre ellos si no cumplían su juramento. 13 Más de cuarenta hombres juraron matar a Pablo. 14 Se presentaron entonces ante los jefes de los sacerdotes y los líderes, y les dijeron: ―Nosotros hemos jurado bajo maldición no comer nada hasta que logremos matar a Pablo. 15 Ahora, pónganse de acuerdo con el tribunal y pídanle al comandante que traiga al prisionero. Díganle que necesitan información más precisa sobre su caso. Nosotros estaremos listos para matarlo en el camino. 16 El hijo de la hermana de Pablo se enteró de esta trampa, así que entró en el cuartel y avisó a Pablo. 17 Este llamó entonces a uno de los capitanes y le dijo: ―Lleve a este joven ante el comandante, porque tiene algo que decirle. 18 Así que el capitán lo llevó ante el comandante y le dijo: ―El prisionero Pablo me llamó y me pidió que le trajera este joven, porque tiene algo que decirle. 19 El comandante tomó de la mano al joven, lo llevó aparte y le preguntó: ―¿Qué quieres decirme? 20 ―Los judíos se han puesto de acuerdo. Le pedirán que mañana lleve a Pablo ante el tribunal. Dirán que desean obtener información más precisa acerca de él. 21 No se deje convencer, porque más de cuarenta de ellos estarán escondidos esperando a Pablo. Han jurado bajo maldición no comer ni beber hasta que hayan logrado matarlo. Ya están listos. Solo esperan a que usted diga que sí. 22 El comandante despidió al joven con esta advertencia: ―No le digas a nadie que me has informado de esto. Pablo es enviado a Cesarea 23 Entonces el comandante llamó a dos de sus capitanes y les ordenó: ―Quiero que esta noche, a las nueve, vayan a Cesarea. Alisten un grupo de doscientos soldados de infantería, setenta de caballería y doscientos lanceros. 24 Y preparen caballos para llevar a Pablo sano y salvo ante el gobernador Félix. 25 Además, escribió una carta en estos términos: 26 Claudio Lisias, a su excelencia el gobernador Félix. Saludos. 27 Los judíos agarraron a este hombre y estaban a punto de matarlo. Pero yo llegué con mis soldados y lo rescaté, porque me había enterado de que es ciudadano romano. 28 Yo quería saber de qué lo acusaban, así que lo llevé al tribunal judío. 29 Descubrí que lo acusaban de algunas cuestiones de su Ley. Pero no había contra él alguna acusación que mereciera la muerte o la cárcel. 30 Cuando me informaron que se planeaba una trampa para matar a este hombre, decidí enviarlo ante usted en seguida. También les ordené a sus acusadores que presentaran delante de usted las acusaciones que tengan contra él. 31 Entonces los soldados siguieron sus órdenes. Tomaron a Pablo y lo llevaron de noche hasta Antípatris. 32 Al día siguiente, dejaron que los soldados de la caballería siguieran con él mientras los demás volvían al cuartel. 33 Cuando la caballería llegó a Cesarea, le entregaron la carta al gobernador y le presentaron también a Pablo. 34 Félix leyó la carta y preguntó de qué provincia era Pablo. Al enterarse de que era de Cilicia, 35 le dijo: «Escucharé lo que tengas que decir cuando lleguen tus acusadores». Y ordenó que lo dejaran bajo vigilancia en el palacio de Herodes. |
Nueva Versión Internacional Simplificada
© 2019 por Biblica, Inc.®
Reservados todos los derechos en todo el mundo.
Nueva Versión Internacional Simplificada
Copyright © 2019 by Biblica, Inc.®
All rights reserved worldwide.
Biblica, Inc.