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Mateo 27 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022


Judas se ahorca

1 Muy de mañana, todos los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos del pueblo tomaron la decisión de condenar a muerte a Jesús.

2 Lo ataron, se lo llevaron y se lo entregaron a Pilato, el gobernador.

3 Cuando Judas, el que lo había traicionado, vio que habían condenado a Jesús, sintió remordimiento y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los líderes religiosos.

4 —He pecado —dijo—, porque he entregado a la muerte a un inocente. —¿Y eso a nosotros qué nos importa? —respondieron—. ¡Allá tú!

5 Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.

6 Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «La ley no permite echar esto al tesoro, porque es dinero pagado para derramar sangre».

7 Así que resolvieron comprar con ese dinero un terreno conocido como Campo del Alfarero, para sepultar allí a los extranjeros.

8 Por eso ha sido llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy.

9 Así se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Tomaron las treinta monedas de plata, el precio que el pueblo de Israel había fijado,

10 y con ellas compraron el campo del alfarero, como me ordenó el Señor».


Jesús ante Pilato 27:11-26 – 18-25

11 Mientras tanto, Jesús compareció ante el gobernador; este le preguntó: —¿Eres tú el rey de los judíos? —Tú mismo lo dices —respondió Jesús.

12 Al ser acusado por los jefes de los sacerdotes y por los líderes religiosos, Jesús no contestó nada.

13 —¿No oyes lo que declaran contra ti? —dijo Pilato.

14 Pero Jesús no contestó ni a una sola acusación, por lo que el gobernador se llenó de asombro.

15 Ahora bien, durante la fiesta el gobernador acostumbraba a soltar un preso que la gente escogiera.

16 Tenían un preso famoso llamado Jesús Barrabás.

17 Así que, cuando se reunió la multitud, Pilato preguntó: —¿A quién quieren que suelte: a Jesús Barrabás o a Jesús, al que llaman Cristo?

18 Pilato sabía que habían entregado a Jesús por envidia.

19 Mientras Pilato estaba sentado en el tribunal, su esposa le envió el siguiente recado: «No te metas con ese justo, pues, por causa de él, hoy he sufrido mucho en un sueño».

20 Pero los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos persuadieron a la multitud para que pidiera a Pilato soltar a Barrabás y ejecutar a Jesús.

21 —¿A cuál de los dos quieren que suelte? —preguntó el gobernador. —A Barrabás —dijeron ellos.

22 —¿Y qué voy a hacer con Jesús, al que llaman Cristo? —preguntó Pilato. —¡Crucifícalo! —respondieron todos.

23 Pero él dijo: —¿Por qué? ¿Qué crimen ha cometido? Pero ellos gritaban aún más fuerte: —¡Crucifícalo!

24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que más bien se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos delante de la gente. —Soy inocente de la muerte de este hombre —dijo—. ¡Allá ustedes!

25 —¡Que la culpa de su muerte caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo.

26 Entonces soltó a Barrabás; pero a Jesús lo mandó azotar y lo entregó para que lo crucificaran.


Los soldados se burlan de Jesús 27:27-31 –

27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron a toda la tropa alrededor de él.

28 Le quitaron la ropa y le pusieron un manto color escarlata.

29 Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza; en la mano derecha le pusieron una vara. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: —¡Viva el rey de los judíos!

30 También lo escupían y con la vara golpeaban su cabeza.

31 Después de burlarse de él, le quitaron el manto, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.


La crucifixión 27:33-44 –

32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón y lo obligaron a llevar la cruz.

33 Llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa «Lugar de la Calavera».

34 Allí dieron a Jesús vino mezclado con hiel; pero después de probarlo, se negó a beberlo.

35 Lo crucificaron y repartieron su ropa, echando suertes.

36 Y se sentaron a vigilarlo.

37 Encima de su cabeza pusieron por escrito la causa de su condena: este es jesús, el rey de los judíos.

38 Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.

39 Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él:

40 —Tú que destruyes el Templo y en tres días lo reconstruyes, ¡sálvate a ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, ¡baja de la cruz!

41 De la misma manera, se burlaban de él los jefes de los sacerdotes, junto con los maestros de la Ley y los líderes religiosos.

42 —Salvó a otros —decían—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! ¡Y es el rey de Israel! Que baje ahora de la cruz y así creeremos en él.

43 Él confía en Dios; pues que lo libre Dios ahora, si de veras lo quiere. ¿Acaso no dijo: “Yo soy el Hijo de Dios”?

44 Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucificados con él.


Muerte de Jesús 27:45-56 –

45 Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde toda la tierra quedó en oscuridad.

46 Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí, ¿lema sabactani? —que significa “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

47 Cuando lo oyeron, algunos de los que estaban allí dijeron: —Está llamando a Elías.

48 Al instante uno de ellos corrió en busca de una esponja. La empapó en vinagre, la puso en una vara y se la ofreció a Jesús para que bebiera.

49 Los demás decían: —Déjalo, a ver si viene Elías a salvarlo.

50 Entonces Jesús volvió a gritar con fuerza y entregó su espíritu.

51 En ese momento, la cortina del santuario del Templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. La tierra tembló y se partieron las rocas.

52 Se abrieron los sepulcros y muchos creyentes que habían muerto resucitaron.

53 Salieron de los sepulcros y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos.

54 Cuando el centurión y los que con él estaban custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que había sucedido, quedaron aterrados y exclamaron: —¡Verdaderamente este era el Hijo de Dios!

55 Estaban allí, mirando desde lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.

56 Entre ellas se encontraban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y también la madre de los hijos de Zebedeo.


Sepultura de Jesús 27:57-61 –

57 Al atardecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había convertido en discípulo de Jesús.

58 Se presentó ante Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús y Pilato ordenó que se lo dieran.

59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia

60 y lo puso en un sepulcro nuevo de su propiedad, que había cavado en la roca. Luego hizo rodar una piedra grande a la entrada del sepulcro y se fue.

61 Allí estaban, sentadas frente al sepulcro, María Magdalena y la otra María.


La guardia ante el sepulcro

62 Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.

63 —Señor —dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré”.

64 Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.

65 —Llévense una guardia de soldados —ordenó Pilato—, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.

66 Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, lo sellaron y dejaron puesta la guardia.

Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®

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