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2 Reyes 20 - La Palabra (versión española)


Enfermedad y curación de Ezequías
(Is 38,1-8)

1 Por aquel tiempo enfermó gravemente Ezequías. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo: —Esto dice el Señor: «Pon en orden tus asuntos, pues vas a morir; no te curarás».

2 Ezequías se volvió cara a la pared y oró con estas palabras al Señor:

3 —¡Ay, Señor!, recuerda que me he comportado con fidelidad y rectitud en tu presencia, haciendo lo que te agrada. Y rompió a llorar a lágrima viva.

4 Antes de que Isaías hubiese salido del patio, le llegó este mensaje del Señor:

5 —Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo: «Así dice el Señor, Dios de tu antepasado David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a curarte, y dentro de tres días podrás ir al Templo del Señor.

6 Voy a alargar tu vida otros quince años; os libraré a ti y a esta ciudad de caer en poder del rey de Asiria, y la defenderé por mi honor y el de David, mi servidor».

7 Luego Isaías ordenó: —Traedme una torta de higos. Se la llevaron, la aplicaron sobre la parte enferma y Ezequías sanó.

8 Entonces Ezequías preguntó a Isaías: —¿Cuál será la señal de que el Señor me curará y de que en tres días podré ir al Templo?

9 Isaías le respondió: —Esta será la señal de que el Señor cumplirá la promesa que te ha hecho. ¿Qué prefieres, que la sombra avance diez grados o que retroceda otros tantos?

10 Ezequías dijo: —Lo normal es que la sombra avance. Prefiero que retroceda diez grados.

11 Entonces el profeta Isaías invocó al Señor, y el Señor hizo que la sombra retrocediera diez grados en el reloj de sol de Ajaz.


Embajada babilónica
(2 Cr 32,30.32-33)

12 Por entonces el rey de Babilonia, Merodac Baladán, hijo de Baladán, mandó una carta y un regalo a Ezequías, pues se había enterado de que estaba enfermo.

13 Ezequías atendió a los mensajeros y les mostró el palacio y sus tesoros: la plata y el oro, las especias y perfumes, la armería y todo lo que había en sus depósitos. Ezequías no dejó nada sin enseñarles de su palacio y de todos sus dominios.

14 Luego el profeta Isaías fue a ver al rey Ezequías y le preguntó: —¿Qué te dijeron esos hombres? ¿De dónde han venido? Ezequías respondió: —Han venido de Babilonia, un país lejano.

15 Isaías preguntó de nuevo: —¿Y qué han visto en tu palacio? Ezequías le dijo: —Todo lo que hay en palacio. No ha quedado nada de mis tesoros por enseñarles.

16 Entonces Isaías le dijo: —Escucha este mensaje del Señor:

17 «Llegará un día en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, todo lo que tus antepasados han reunido hasta hoy, y no quedará nada, dice el Señor.

18 Incluso a algunos de los hijos que tienes y que has engendrado, los emplearán como eunucos en el palacio del rey de Babilonia».

19 Ezequías dijo: —Me parece bien la palabra del Señor que me has anunciado. Pues pensaba que durante su vida, al menos, habría paz y seguridad.


Conclusión del reinado de Ezequías
(2 Cr 32,30.32-33)

20 El resto de la historia de Ezequías y todas sus hazañas, la alberca y el canal que hizo para llevar las aguas a la ciudad, está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá.

21 Cuando Ezequías murió, su hijo Manasés le sucedió como rey.

La Palabra (BLP) versión española Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2010 Utilizada con permiso

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