Jeremías 15 - Biblia Lenguaje BásicoLos cuatro castigos 1 Dios me dijo: —Jeremías, aleja de mí a los israelitas y diles que se vayan, porque aunque me lo pidieran Moisés y Samuel, no voy a perdonar a este pueblo. 2 Y si acaso te preguntan a dónde ir, respóndeles: Los que merecen la muerte, irán a la muerte; los que merecen la guerra, morirán en la guerra; los que merecen el hambre, morirán de hambre; los que merecen el destierro, irán al destierro. 3-4 Les voy a mandar cuatro castigos diferentes: primero, morirán en la guerra; a continuación, los arrastrarán los perros; luego, los devorarán las aves del cielo; y finalmente, los destrozarán las fieras del campo. Esto lo haré por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, pues no me he olvidado de lo que Manasés, rey de Judá, hizo en Jerusalén. Haré así que todos los reinos de la tierra aprendan la lección. Soy yo, Dios, quien lo asegura. Morirán los habitantes de Jerusalén 5-6 Dios dijo a su pueblo: Jerusalén, Jerusalén, me has rechazado y traicionado. ¿Quién va a llorar por ti? ¿Quién va a tener compasión de ti? ¿Quién se va a interesar por ti? Cansado ya de tenerte compasión, tomé la decisión de destruirte. 7 Dispersé a tus habitantes por las ciudades del país; te he dejado sin hijos, he aniquilado a mi pueblo, pero nadie cambió de conducta. 8 Las viudas eran tantas como granos de arena hay en el mar. Contra las madres con hijos jóvenes hice que llegara la muerte en pleno día, envié contra ellas la angustia y el terror. 9 Las que habían tenido muchos hijos desfallecieron y acabaron por morir; se puso para ellas el sol en pleno día quedando humilladas y cubiertas de vergüenza. Y los que hayan quedado con vida haré que mueran a manos de sus enemigos. Soy yo, Dios, quien lo asegura. Quejas de Jeremías 10 Jeremías se quejó diciendo: ¡Sufro mucho, madre mía! ¿Por qué me diste a luz para tener que discutir y enfrentarme a todo el mundo? A nadie le hice daño, pero todos me maldicen. 11 Dios prometió protegerme en momentos difíciles, y hacer que mis enemigos me pidieran compasión. Esclavizados en un país ajeno 12 Dios le dijo a su pueblo: No hay quien pueda vencer a los ejércitos de Asiria y Babilonia. 13 Habéis pecado tanto en vuestro país que tengo que entregar a vuestros enemigos todas vuestras riquezas y tesoros. 14 Se ha encendido mi cólera contra vosotros y os va a quemar como si fuera fuego. Os haré esclavos de vuestros enemigos en un país que no conocéis. 15 Jeremías respondió: Dios mío, tú lo sabes todo; tú bien sabes que, por ti, soporto que me insulten. ¡Acuérdate de mí, y ven a ayudarme! ¡No te quedes cruzado de brazos y castiga a los que me persiguen antes de que acaben conmigo! 16 Todopoderoso Dios de Israel, cuando tú me hablaste, tomé en serio tu mensaje. Mi corazón se llenó de alegría al escuchar tus palabras, porque yo soy tuyo. 17 Yo no he andado de fiesta en fiesta, buscando divertirme. Tú me has obligado a estar solo, compartiendo tu ira contra mi pueblo. 18 ¿Por qué tengo, entonces, que sufrir este dolor constante? ¿Por qué no sanan mis heridas? Realmente, me decepcionas; te has vuelto para mí como arroyo engañoso que unas veces lleva agua y otras no. 19 A lo que Dios me contestó: Si quieres volver a mí, yo dejaré que vuelvas y de nuevo podrás servirme. Si no tienes miedo en anunciar lo que realmente vale la pena, entonces tú serás mi profeta. No le hagas caso al pueblo; son ellos quienes deben escucharte. 20-21 Yo haré que seas para este pueblo como un fuerte muro de bronce. Los malvados pelearán contra ti, pero no te podrán vencer, porque yo estaré contigo para librarte de su poder. ¡Yo te salvaré de esos tiranos! Soy yo, Dios, quien lo asegura. |