Isaías 10 - Biblia Lenguaje BásicoMensaje para los jefes de Israel 1 ¡Qué mal os va a ir los que inventáis leyes insoportables e injustas! 2 ¡No protegéis a los débiles ni respetáis los derechos de los pobres; maltratáis a las viudas y robáis a los huérfanos! 3 ¿Qué haréis cuando Dios os pida cuentas de lo que hacéis? ¿Qué haréis cuando Dios os castigue como merecéis? ¿A quién pediréis ayuda? ¿Dónde esconderéis vuestras riquezas? 4 Porque seréis humillados, llevados presos y asesinados. A pesar de todo esto, la ira de Dios no se calmará; nos seguirá amenazando todavía. Mensaje contra Asiria 5 Voy a utilizar al rey de Asiria como instrumento de mi ira —dice Dios— para castigar a los que me ofenden. 6 Le ordenaré que ataque a este pueblo malvado; que le quite sus riquezas y lo pisotee como al barro de las calles. 7-8 Pero el rey de Asiria cree que no está bajo mis órdenes; piensa que sus príncipes tienen la categoría de reyes y solo planea destruir y arrasar muchas naciones. 9 No le importó que se tratara de Carquemis o de Calnó, de Jamat o de Arpad, de Samaría o de Damasco; a todas estas ciudades las destruyó. 10 Por eso dice: «He vencido a muchas naciones con más dioses que Jerusalén y Samaría. 11 Por eso destruiré a Jerusalén así como destruí a Samaría». 12 Dios hará lo que ha planeado hacer contra el monte Sion y Jerusalén. Y una vez que lo haya cumplido, castigará al rey de Asiria por su orgullo y su arrogancia. 13 El rey de Asiria ha dicho: «Yo soy muy inteligente; todo lo hago con sabiduría y con mis propias fuerzas. Como un valiente, he vencido a muchos reyes. Me he adueñado de sus países y les he robado sus riquezas. 14 He arrasado toda la tierra; como quien roba huevos de un nido, he dejado sin nada a los pueblos; ¡y nadie movió un dedo, nadie protestó!». 15 Pero Dios dice: «El rey de Asiria está equivocado, porque ni el hacha ni la sierra son más importantes que el hombre que las maneja. ¡Dónde se ha visto que el bastón controle al que lo usa!». 16 Por eso el Dios todopoderoso mandará una enfermedad; una fiebre alta dejará sin fuerzas a ese rey y a todo su ejército. 17 El Dios único y perfecto, que es la luz de Israel, se convertirá en una llama de fuego; en un solo día devorará al ejército de Asiria, como si fueran espinos y matorrales. 18-19 Dios destruirá por completo la belleza de sus bosques y sus huertos. Quedarán tan pocos árboles en el bosque, que hasta un niño los podrá contar. Un resto de israelitas se salvará 20 Cuando llegue ese día, los pocos israelitas que se hayan salvado dejarán de confiar en Asiria y volverán a confiar en Dios, el Dios Santo de Israel. 21 Solo unos cuantos israelitas se volverán hacia el Dios de poder. 22 Aunque seáis, israelitas, tan numerosos como la arena del mar, solo unos cuantos volverán, pues la destrucción ya está decidida y Dios la llevará a cabo con justicia. 23 Así lo ha resuelto el Dios todopoderoso; su decisión se cumplirá en el país. La destrucción de Asiria 24 Por eso, el Dios todopoderoso dice: «Pueblo mío, que vives en el monte Sion, no les tengas miedo a los asirios. Ellos te golpean y maltratan como antes lo hicieron los egipcios. 25 Pero dentro de poco tiempo dejaré de estar enfurecido contigo. Mi ira se dirige contra los asirios, a quienes destruiré por completo. 26 Yo, el Dios todopoderoso, los voy a castigar; mostraré mi poder contra Asiria, como lo mostré contra Egipto; los destruiré como lo hice con Madián donde está la roca de Oreb. 27 Entonces, yo, el Dios de Israel, los libraré de los asirios y de su terrible dominio». 28 El ejército asirio avanza por el lado de Rimón; llega hasta Ayat, pasa por Migrón, y deja su equipaje en Micmás. 29 Las tropas cruzan el desfiladero, y pasan la noche en Gueba. Tiembla de miedo la gente de Ramá y se escapa la gente de Guibeá de Saúl. 30 Se escuchan gritos en Bat Galín, en Lais, y en Anatot. 31 Escapan los habitantes de Guebín, huyen a la desbandada los de Madmená. 32 Los invasores pasan un día en Nob, luego deciden atacar el monte Sion, la ciudad de Jerusalén 33 Mirad cómo el Dios todopoderoso derriba con su fuerza terrible a los asirios como si fueran los árboles de un bosque: a los más altos los corta, y los más elevados los abate. 34 ¡Dios derriba de un solo golpe los árboles más esbeltos del Líbano! |