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2 Reyes 19 - Biblia Lenguaje Básico


Dios salva a Judá
(2 Cr 32.20-23; Is 37.1-38)

1 Cuando el rey Ezequías escuchó el mensaje de Senaquerib, se puso muy triste y, para mostrarlo, rasgó su ropa, se puso ropa áspera y se fue al Templo.

2 Luego pidió a Eliaquín, a Sebná y a los sacerdotes más ancianos que fueran a ver al profeta Isaías, hijo de Amós. Como ya se ha dicho, Eliaquín era el encargado del palacio, y Sebná era secretario del rey. Todos ellos fueron vestidos con ropa áspera para mostrar su tristeza,

3 y dijeron al profeta: —El rey Ezequías dice que hoy es un día de luto, de castigo y de vergüenza. Hemos perdido el ánimo; estamos completamente abatidos.

4 Ojalá que Dios haya escuchado los insultos que el oficial de Senaquerib ha lanzado en contra del Dios de Israel, y que lo castigue por ello. Pídele a Dios que ayude a los israelitas que aún quedan con vida.

5-6 Isaías les respondió: —Transmitid al rey este mensaje de parte de Dios: «No tengas miedo de los insultos con que me han injuriado los servidores del rey de Asiria.

7 Yo haré que el rey Senaquerib reciba una mala noticia que lo obligue a regresar a su país, y allí lo matarán».

8 Al conocer el oficial de confianza de Senaquerib que su rey se había marchado de la ciudad de Laquis y estaba atacando Libná, se dirigió allí para encontrarse con él.

9 Senaquerib decidió atacar Libná porque se enteró de que el rey Tirhacá de Etiopía había salido a luchar contra él. Entonces mandó de nuevo este mensaje a Ezequías:

10 —Ezequías, rey de Judá: Tú confías en tu Dios, pero no te dejes engañar por él cuando te dice que yo no conquistaré Jerusalén.

11 Como bien sabes, los reyes de Asiria han destruido por completo a todos los países que quisieron. ¡No creas que tú te vas a salvar!

12 Cuando mis antepasados destruyeron a países como Gozán, Jarán, Résef, y a la gente de Edén que vivía en Telasar, ni sus dioses pudieron salvarlos.

13 Como tampoco pudieron salvar a los reyes de Jamat, Arpad, Sefarváin, Evá y Ená.

14 Ezequías tomó la carta y la leyó. Luego fue al Templo, extendió la carta delante de Dios

15 y oró diciendo: —Dios de Israel, tú tienes tu trono sobre los querubines. Tú eres el único Dios de todos los reinos de la tierra; tú eres el creador del cielo y de la tierra.

16 ¡Préstanos atención! Mira lo que nos está sucediendo. Escucha las palabras con que Senaquerib te ha ofendido a ti, el Dios de la vida.

17 Es verdad que los reyes de Asiria han destruido otros países y asolado sus territorios.

18 Es verdad que han arrojado sus dioses al fuego; pero en realidad esos no eran dioses, sino imágenes de madera y de piedra hechas por manos humanas, y por eso fueron destruidas.

19 Dios nuestro, te rogamos que nos salves del poder de los asirios para que todas las naciones de la tierra sepan que tú eres el único Dios.

20 Isaías mandó este mensaje a Ezequías: —Nuestro Dios, el Dios de Israel, ha escuchado tu oración en relación con Senaquerib, rey de Asiria.

21 Y esto es lo que Dios dice acerca de él: A ti, Senaquerib, Jerusalén te desprecia; los israelitas se burlan de ti a tus espaldas.

22 ¿A quién has insultado y ofendido? ¿Contra quién has levantado tu voz y alzado tu mirada altiva? Ha sido contra mí, que soy el Santo de Israel.

23 Tus mensajeros me han injuriado gravemente. Tú presumes de tener muchos carros de combate y de haber subido con ellos a los más altos montes del Líbano. Tú presumes de haber derribado los cedros y los pinos más altos y hermosos. Dices que has llegado a los lugares más lejanos y a los bosques más espesos.

24 Te enorgulleces de haber hecho pozos en otros países y de haberte aprovechado de sus aguas. Presumes de que a tu paso los ríos de Egipto se quedaron secos.

25 ¿Pero acaso no sabes, Senaquerib, que fui yo quien te permitió hacerlo? Desde los tiempos antiguos he planeado lo que ahora sucede. Por eso destruyes ciudades fortificadas y las transformas en un montón de escombros.

26 Por eso dejas sin fuerza a sus habitantes; los confundes y los llenas de miedo. ¡Se han vuelto como la hierba del campo, como el pasto verde; como la hierba de los tejados que se seca antes de crecer!

27 Senaquerib, yo sé todo lo que haces; sé a dónde vas y de dónde vienes, y también cuándo te enfureces contra mí.

28 ¡Porque te has enfurecido y te has llenado de orgullo! ¡Por eso voy a ponerte un gancho en la nariz, y un freno en la boca, y haré que regreses a tu tierra por el camino por donde viniste!

29 Después Isaías continuó diciendo a Ezequías: —Voy a darte una señal de que todo esto sucederá: Este año y el próximo, lo único que el pueblo comerá será el trigo que crece por sí solo. Pero en el tercer año ya podrán sembrar y cosechar, plantar viñedos y comer las uvas.

30-31 Porque Dios hará que un pequeño grupo sobreviva en Judá y vuelva a echar raíces allí y a producir mucho fruto; un pequeño resto que permanecerá firme en Jerusalén y en el monte de Sion. Dios hará esto porque los ama mucho.

32-33 Dios quiere que sepas que el rey de Asiria no entrará en Jerusalén. No disparará flechas contra ella, ni la atacará amparado en sus escudos, ni construirá plataformas para escalar sus murallas. Tendrá que volver por donde vino y no entrará en esta ciudad. Dios ha dado su palabra.

34 Dios protegerá esta ciudad por amor a sí mismo y por amor a David, que le fue fiel en todo.

35 Aquella misma noche, el ángel de Dios entró en el campamento asirio y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados; a la mañana siguiente el campo estaba lleno de muertos.

36 Entonces Senaquerib regresó a su país y se quedó en la ciudad de Nínive.

37 Pero un día, mientras Senaquerib estaba adorando en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Sarézer fueron y lo mataron; luego escaparon a la región de Ararat. Su hijo Asaradón le sucedió como rey.

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