2 Crónicas 12 - Biblia Lenguaje BásicoEl faraón conquista Judá (1 Re 14.21-31) 1-8 Cuando Roboán consolidó y afianzó su reino, él y todo el pueblo de Israel dejaron de obedecer la ley de Dios. Por esa razón, cuando Roboán llevaba cinco años reinando, Dios permitió que Sisac, rey de Egipto, atacara Jerusalén. Sisac tenía un ejército de mil doscientos carros de combate y sesenta mil jinetes; además, venían con él soldados libios, suquitas y etíopes, en tal cantidad que no se podían contar. El faraón fue conquistando, una tras otra, las ciudades y fortalezas de Judá, y finalmente llegó hasta Jerusalén. Los principales jefes de Judá se habían reunido allí con Roboán ante el ataque de Sisac, y fue entonces cuando el profeta Semaías les dijo: —Esto es lo que os dice Dios: «Puesto que vosotros os olvidasteis de mí, ahora yo os abandono a vosotros y os dejo bajo el poder de Sisac». Entonces los jefes y el rey reconocieron con humildad su maldad y confesaron: «¡El castigo de Dios es justo!». Cuando Dios vio que habían reconocido con humildad su pecado, les mandó este nuevo mensaje por medio de Semaías: —Como habéis sido humildes, no dejaré que Sisac destruya Jerusalén, sino que en breve tiempo os liberaré de su poder. Sin embargo, para que comprobéis la diferencia que hay entre servirme a mí, o a los reyes de este mundo, por algún tiempo estaréis sometidos al rey de Egipto. 9 Entonces Sisac, rey de Egipto, atacó Jerusalén y se llevó todos los tesoros del Templo de Dios y del palacio real, incluyendo los escudos de oro que había hecho Salomón. 10 Luego Roboán hizo escudos de bronce, en lugar de los de oro, y los puso al cuidado de los oficiales que vigilaban la entrada de su palacio. 11 Cada vez que el rey iba al Templo, su escolta llevaba los escudos. Cuando regresaban, los ponían de nuevo en el cuartel. 12 Sin embargo, como Roboán se había humillado, Dios no permitió que Jerusalén fuera totalmente destruida, pues aún había algo bueno en Judá. 13 De hecho, Roboán recuperó su poder y siguió reinando en Jerusalén, que era la ciudad que Dios había elegido de entre todas las tribus de Israel, para vivir en ella. Roboán tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que Dios había elegido entre todas las tribus de Israel para establecer en ella su morada. La madre de Roboán se llamaba Naamá, y era amonita. 14 Roboán se comportó mal ante Dios pues no se entregó a él con sinceridad. Muerte de Roboán 15 Roboán y Jeroboán estuvieron continuamente en guerra. La historia de Roboán, de principio a fin, está escrita en estos libros: «Las historias del profeta Semaías» y «Las visiones del profeta Idó». 16 Cuando Roboán murió, lo enterraron en la ciudad de David, en la tumba de sus antepasados. Su hijo Abías le sucedió como rey. |