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1 Reyes 8 - Biblia Lenguaje Básico


El Arca del pacto en el Templo
(2 Cr 5.2-14)

1 El rey Salomón se reunió con los líderes de Israel, los jefes de las tribus y las personas más importantes de las familias israelitas. Salomón quería que todos estuvieran presentes cuando se llevara el Arca del pacto de Dios desde la parte antigua de Jerusalén hasta el Templo.

2 Esto ocurrió en la fiesta de las Enramadas, que se celebra en el mes de Etanín.

3-4 Cuando llegaron todas las autoridades de Israel, los sacerdotes y los levitas tomaron el Arca y la llevaron al Templo junto con la Tienda que hacía de santuario y con todos los utensilios dedicados al culto.

5 El rey Salomón y todos los israelitas se reunieron ante el Arca, y ofrecieron a Dios gran cantidad de toros y ovejas.

6 Después los sacerdotes llevaron el Arca del pacto de Dios al lugar que le correspondía, es decir, al Lugar Santísimo. Allí la colocaron bajo las alas de los dos grandes querubines.

7 Las alas extendidas de los querubines cubrían tanto el Arca como las barras que servían para trasladarla.

8 Estas barras eran tan largas que sus puntas se veían desde el Lugar Santo, que estaba delante del Lugar Santísimo. Sin embargo, no podían verse desde afuera del Templo. Y allí están todavía hoy, en el momento de escribir este relato.

9 Lo único que había en el Arca eran las dos tablas de piedra colocadas allí por Moisés durante su estancia en el Horeb, cuando Dios hizo un pacto con los israelitas al salir de Egipto.


Dios en su Templo
(2 Cr 6.1-2)

10-11 Cuando los sacerdotes salieron del Lugar Santo, una nube llenó todo el Templo. Era la presencia gloriosa de Dios que llenaba el Templo, y por eso los sacerdotes ya no pudieron quedarse para celebrar el culto.

12 Entonces Salomón exclamó: —Dios mío, tú has decidido habitar en medio de una espesa nube.

13 Ahora yo te he construido una casa, para que vivas en ella para siempre.


Salomón habla al pueblo
(2 Cr 6.3-11)

14 Luego el rey se dirigió a todo el pueblo de Israel, que estaba de pie, los bendijo y

15 exclamó: —Bendito sea el Dios de Israel, que ha cumplido lo que prometió a mi padre David cuando le dijo:

16 «Desde que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he elegido ninguna ciudad de las tribus de Israel para que en ella se construya un Templo donde se invoque mi nombre. Pero a ti David, te elegí para que gobiernes a mi pueblo Israel».

17 Mi padre David deseaba construir un Templo en honor del Dios de Israel.

18 Sin embargo, Dios le dijo: «Haces bien en querer construir una casa para mí,

19 pero no serás tú quien la construya, sino uno de tus hijos».

20 Dios ha cumplido su promesa. Ahora yo soy el rey de Israel, porque he sucedido a mi padre, y he construido una casa para nuestro Dios.

21 Además he preparado un lugar para colocar allí el Arca del pacto que Dios hizo con nuestros antepasados cuando los sacó de Egipto.


Salomón ora por el Templo
(2 Cr 6.12-42)

22 Entonces Salomón se puso delante del altar de Dios, a la vista de todo Israel, y levantando las manos al cielo

23 oró así: —Dios de Israel, ni en el cielo ni en la tierra hay otro que se pueda comparar contigo. Tú cumples tu pacto y amas profundamente a los que te obedecen de corazón.

24-25 Dios de Israel, hoy has cumplido una de tus promesas a mi padre. Ahora cumple también la promesa que le hiciste de que siempre sus descendientes reinarían en Israel si seguían su ejemplo.

26 Por eso, Dios nuestro, cumple las promesas que hiciste a mi padre David, tu fiel siervo.

27 Pero, ¿podrás acaso, Dios mío, habitar en la tierra? Si la inmensidad de los cielos no es suficiente para contenerte, mucho menos lo será este Templo que te he construido.

28-30 Pero de todos modos te pido que escuches mi oración y cuides de este Templo de día y de noche, pues tú mismo has dicho que habitarás en él. Cuando miremos hacia este lugar, escucha desde el cielo nuestras oraciones, y perdónanos.

31 Si alguien perjudica a otra persona, y delante del altar de este Templo jura que no lo hizo,

32 actúa tú como juez desde el cielo: examina la conducta de cada uno, castigando al que resulte culpable y dejando libre al inocente.

33-34 Si tu pueblo Israel llega a pecar contra ti, y como castigo sus enemigos se lo llevan prisionero, perdónalo y tráelo de nuevo a este país que tú diste a sus antepasados. Perdónalos siempre y cuando vengan a tu Templo, te invoquen y te supliquen en él, arrepintiéndose de haberte ofendido.

35 Si llegamos a pecar contra ti, y como castigo deja de llover por mucho tiempo, perdónanos, siempre y cuando acudamos a ti en este lugar, te invoquemos en él y nos arrepintamos de haberte ofendido.

36 Escúchanos desde el cielo y perdónanos. Enséñanos a portarnos bien y envía de nuevo la lluvia a nuestra tierra, a esta tierra que nos diste como herencia.

37 Si en este país nos llegara a faltar la comida, o nos atacaran enfermedades, o plagas de hongos, saltamontes o pulgón; si los enemigos nos cercan o atacan a alguna de las ciudades de Israel; cuando nos sobrevenga cualquier desgracia o calamidad,

38 si uno cualquiera de nosotros o todo el pueblo de Israel, arrepentido de su pecado, levanta las manos hacia este Templo y acude a ti suplicante,

39 escúchalo siempre desde el cielo, el lugar en donde vives, y perdónalo. Pero examina y da a cada uno lo que merece, pues solo tú conoces de verdad a todas las personas.

40 Así, te respetaremos durante toda nuestra vida en esta tierra que diste a nuestros antepasados.

41-42 Incluso cuando los extranjeros, que no pertenecen a tu pueblo Israel, se enteren de lo grande y poderoso que eres, y vengan desde sus lejanos países a orar en este Templo,

43 escúchalos desde el cielo, que es el lugar donde tú habitas. Dales todo lo que te pidan, para que todos los pueblos del mundo te conozcan y respeten como lo hace tu pueblo Israel. Así sabrán que este Templo, que yo he construido, es el lugar donde debe ser adorado.

44 Si tu pueblo, obedeciendo lo que tú le digas, sale a la guerra contra sus enemigos y, mirando hacia esta ciudad que tú has elegido y hacia este Templo que yo te he construido, pide tu ayuda,

45 escucha desde el cielo sus oraciones y ruegos, y socórrelo.

46 Dios mío, si tu pueblo llega a pecar contra ti —pues todos somos pecadores—, a lo mejor te enfadas hasta el punto de entregarlo a sus enemigos que lo llevarán cautivo a otro lugar, lejos o cerca.

47-48 Pero si en ese lugar donde tu pueblo esté prisionero, se convierte a ti con toda sinceridad, atiéndelo. Si reconoce que ha pecado y actuado mal y te lo dice, escúchalo. Si tu pueblo ora a ti y te ruega, mirando hacia esta tierra que diste a sus antepasados, hacia esta ciudad y hacia este Templo que yo te he construido,

49 escucha desde el cielo sus oraciones y ruegos, y ayúdalo.

50 Perdona a tu pueblo todos los pecados y faltas que ha cometido contra ti. Haz que sus enemigos tengan lástima de él y lo ayuden.

51 Porque se trata de tu pueblo; el pueblo que tú sacaste de Egipto, donde ha sufrido tanto como si estuviese ardiendo en un horno.

52 ¡Escucha con atención mi oración y la de tu pueblo Israel! ¡Escúchanos siempre que te invoquemos!

53 Tú elegiste a tu pueblo de entre todas las demás naciones. ¡Somos tuyos! Así lo dijiste por medio de tu siervo Moisés, cuando sacaste de Egipto a nuestros antepasados.


Salomón bendice al pueblo

54 Salomón había hecho esta oración ante el altar del Templo, de rodillas y con las manos en alto. Cuando terminó de orar,

55 se puso de pie y bendijo a todo el pueblo de Israel, diciendo en voz alta:

56 —Bendito sea Dios, que ha dado paz a su pueblo Israel, cumpliendo así todo lo que había prometido. No ha dejado de cumplir ni una sola de las promesas que nos hizo por medio de Moisés.

57 ¡Pidamos a nuestro Dios que esté con nosotros como estuvo con nuestros antepasados! ¡Que no nos abandone!

58 ¡Que ponga en nosotros el deseo de obedecer los mandamientos, leyes y preceptos que dio a nuestros antepasados!

59 ¡Que nuestro Dios siempre tenga presente todo lo que hoy le he pedido! ¡Que nos ayude de acuerdo a nuestras necesidades de cada día!

60 De esta manera, todas las naciones de la tierra sabrán que no hay otro Dios aparte del Dios de Israel.

61 Y que todos vosotros, israelitas, os pongáis al servicio de nuestro Dios, obedeciendo sus mandamientos y sus leyes, como lo estáis haciendo hoy.


Salomón dedica el Templo a Dios
(2 Cr 7.4-10)

62 Después, el rey y todo el pueblo de Israel mataron animales para ofrecérselos a Dios.

63 Salomón sacrificó en honor de Dios una gran cantidad de toros y ovejas, como una ofrenda de paz. Así fue como el rey y todos los israelitas celebraron la dedicación del Templo.

64 Aquel mismo día, el rey dedicó a Dios el patio interior del Templo. Allí ofreció los animales que se quemaban en honor de Dios, las ofrendas de cereales y la grasa de los animales sacrificados como ofrenda de paz. No presentó estas ofrendas en el altar de bronce que está delante del Templo, porque el altar era pequeño y no cabían tantas ofrendas.

65 Con motivo de la dedicación del Templo, Salomón y todo el pueblo de Israel celebraron una gran fiesta que duró siete días. Asistió muchísima gente, pues los israelitas habían venido de todas las partes del país, desde Jamat [en el norte] hasta el arroyo de Egipto [en el sur]. Luego celebraron otra fiesta de siete días; en total fueron catorce días de fiesta.

66 Al octavo día, terminada la fiesta, Salomón despidió al pueblo. Los israelitas bendijeron al rey y regresaron a sus casas. Iban contentos y felices por todo el bien que Dios había hecho a su siervo David y al pueblo de Israel.

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