1 Reyes 12 - Biblia Lenguaje BásicoIsrael se divide en dos reinos (2 Cr 10.1–11.4) 1 Roboán fue a Siquén, pues todo el pueblo de Israel se había reunido allí para nombrarlo rey. 2 La noticia llegó a Jeroboán, hijo de Nabat, mientras estaba en Egipto, donde se había quedado a vivir para escapar de Salomón. 3 Entonces las tribus del norte de Israel mandaron llamar a Jeroboán y, cuando este llegó, fueron a hablar con Roboán y le dijeron: 4 —Tu padre fue muy duro con nosotros. Si tú nos tratas mejor, te serviremos. 5 Roboán les contestó: —Marchad ahora y venid a verme de nuevo dentro de tres días. Así que la gente se fue. 6 Entonces el rey Roboán preguntó a los consejeros que habían aconsejado también a su padre Salomón: —¿Qué puedo contestar a esta gente? 7 Ellos le dijeron: —Si te pones al servicio del pueblo y lo tratas bien, el pueblo te servirá por siempre. 8 Pero Roboán no les hizo caso. En su lugar pidió consejo a los jóvenes que habían crecido con él y que estaban a su servicio. 9 Les dijo: —Esta gente quiere que yo la trate mejor que lo hizo mi padre, ¿vosotros qué me aconsejáis? 10 Ellos le contestaron: —Diles que si tu padre fue duro con ellos, tú lo serás más. 11 Si tu padre los trató mal, tú los tratarás peor. Si tu padre los azotaba con correas, tú lo harás con látigos de puntas de hierro. 12 Después de tres días, Jeroboán junto con la gente de las tribus del norte fueron a ver de nuevo a Roboán, como este les había pedido. 13 El rey les habló con dureza. No hizo caso a los consejeros de su padre, 14 sino a los jóvenes, y les dijo: —Mi padre fue duro con vosotros, pero yo lo seré más todavía. Mi padre os azotó con correas, pero yo lo haré con látigos de puntas de hierro. 15 Así que el rey no hizo lo que el pueblo le pidió. Y es que Dios así lo había planeado, para cumplir lo que había prometido a Jeroboán, hijo de Nabat, por medio del profeta Ajías de Siló. 16 Cuando todos vieron que el rey no les había hecho caso, le dijeron: —¡No tenemos nada que ver con David, el hijo de Jesé! ¡No queremos que sus descendientes reinen sobre nosotros! ¡Volvamos a nuestras casas, israelitas! ¡Que la familia de David reine sobre su propia tribu! Así que los israelitas se fueron a sus casas. 17 Pero Roboán reinó sobre los israelitas que vivían en las ciudades de Judá. 18 Luego Roboán envió a Adonirán, el encargado de los trabajos forzados, para que hiciera de mediador, pero los israelitas lo mataron a pedradas. Entonces el rey Roboán subió rápidamente a su carro y escapó a la ciudad de Jerusalén. 19 Así fue como las tribus del norte de Israel se rebelaron contra la familia de David y así siguen las cosas hasta el momento en que esto se escribe. 20 Cuando las tribus del norte de Israel se enteraron de que Jeroboán había vuelto, hicieron que se presentara ante el pueblo y lo nombraron rey de todo Israel. La tribu de Judá fue la única que permaneció fiel a la familia de David. 21 Cuando Roboán llegó a Jerusalén, reunió a ciento ochenta mil soldados que eligió entre todas las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, para luchar contra las demás tribus y recuperar el poder sobre todo Israel. 22 Pero Dios habló con Semaías, un hombre que amaba y respetaba a Dios, y le dijo: 23 —Transmite esta orden de mi parte a Roboán, hijo de Salomón y rey de Judá, a las tribus de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo; 24 «No vayáis a la guerra contra las demás tribus de Israel, pues ellos son vuestros hermanos. Volved a vuestras casas, porque lo que ha sucedido es cosa mía». Al escuchar esta orden, todos regresaron a sus casas tal como Dios les mandó. Los dos becerros de oro 25 Jeroboán reconstruyó la ciudad de Siquén, que está en las montañas de Efraín, y vivió en ella. Después se fue de allí y reconstruyó Penuel. 26-27 Entonces Jeroboán pensó: «Si el pueblo va a ofrecer sacrificios al Templo de Dios que está en Jerusalén, va a encariñarse con Roboán, el rey de Judá, y luego me matarán y lo volverán a aceptar como rey». 28 Después de preguntar a sus consejeros, Jeroboán decidió hacer dos becerros de oro. Entonces dijo al pueblo: —Israelitas, ya habéis ido bastante a Jerusalén. Aquí tenéis a los dioses que os sacaron de Egipto. 29 Jeroboán puso uno de los becerros en la ciudad de Betel y el otro, en la ciudad de Dan. 30 Y esta fue la ocasión de que el pueblo pecara contra Dios, pues iba a la ciudad de Dan para adorarlo. 31 Jeroboán también edificó en las colinas pequeños santuarios, y nombró como sacerdotes a hombres que no pertenecían a la tribu de Leví. 32-33 Además, el día quince del mes octavo, fecha que eligió según su capricho, estableció una fiesta religiosa parecida a la que se celebraba en Judá. Y el propio Joroboán acudió a Betel y a Dan para ofrecer sacrificios a los becerros de oro que había mandado fabricar. Luego quemó incienso en el altar, y nombró sacerdotes para los santuarios que había construido. |