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1 Pedro 2 - Biblia Lenguaje Básico

1 Por lo tanto, dejad de hacer el mal. No digáis mentiras, ni seáis hipócritas, envidiosos o chismosos.

2 Como si fuerais niños recién nacidos, buscad la leche pura que procede del Espíritu para que, alimentados con ella, alcancéis la salvación,

3 puesto que habéis comprobado que el Señor es bueno.


El nuevo pueblo de Dios

4-5 Vosotros sois como piedras vivas que Dios está usando para construir un templo espiritual. Por lo tanto, acercaos a Jesucristo, pues él es la piedra viva que la gente despreció, pero que Dios eligió como la piedra más valiosa. Además, sois sacerdotes especialmente escogidos para Dios, y por medio de Jesucristo debéis ofrecer a Dios los sacrificios que a él le agradan.

6 Pues Dios dice en las Escrituras: «Yo coloco en Jerusalén, como piedra principal, una piedra valiosa y escogida. Quien ponga su fe en ella jamás será engañado».

7 Para vosotros los que creéis en Dios, Jesucristo es una piedra muy valiosa; en cambio, a los que no creen, les sucede lo que dicen las Escrituras: «La piedra que rechazaron los constructores del templo es ahora la piedra principal».

8 Y también: «Esta es la piedra que hará tropezar a muchos, la roca con la que se estrellarán». ¡Tropezarán por no aceptar el mensaje de Jesucristo! ¡Ese es su destino!

9 Pero vosotros «sois miembros escogidos de la familia de Dios, sois sacerdotes y reyes, sois su pueblo. Para que anunciarais su grandeza», Dios mismo os sacó de la oscuridad del pecado y os hizo entrar en su luz maravillosa.

10 Antes, ni siquiera erais un pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios. Antes, Dios no os tenía compasión, pero ahora os ama mucho.


El buen ejemplo

11 Amados hermanos, os hablo como si fuerais extranjeros y estuvierais de paso por este mundo. No os dejéis llevar por vuestros malos deseos, pues esos deseos os conducirán a la perdición.

12 Portaos bien cuando estéis con gente que no cree en Dios. Así, aunque ahora esa gente hable mal de vosotros, como si fuerais unos malvados, luego verá el bien que hacéis y alabará a Dios el día en que él pida cuentas a todos.


El respeto a las autoridades

13 Para que nadie hable mal de nuestro Señor Jesucristo, obedeced a todas las autoridades humanas, ya se trate del emperador, como máxima autoridad,

14 o bien se trate de otros gobernantes; todos ellos han sido puestos para castigar a los que hacen el mal, y para premiar a los que hacen el bien.

15 Dios quiere que hagáis el bien, para que la gente ignorante e insensata no tenga nada que decir en contra de vosotros.

16 Vosotros sois libres pero no utilicéis la libertad para hacer lo malo, sino para servir a Dios.

17 Respetad a todos y amad de manera especial a los hermanos creyentes. Honrad a Dios y respetad al emperador.


Responsabilidades de los esclavos

18 A los esclavos les mando que obedezcan a sus amos y que los respeten. Pero no solo a los que son buenos y comprensivos, sino también a los que son insoportables.

19 Dios bendice a los que, por ser fieles a él, sufren injustamente y soportan el sufrimiento.

20 Si alguno es castigado por hacer algo malo, y soporta con paciencia el castigo, no está haciendo nada extraordinario. Pero si uno sufre por haber hecho algo bueno, y soporta el sufrimiento, eso sí agrada a Dios.

21 Y es que habéis sido llamados a sufrir con paciencia, lo mismo que Cristo sufrió por vosotros, y os ha dado un ejemplo que debéis imitar.

22 Cristo «no pecó nunca y jamás engañó a nadie».

23 Cuando lo insultaban, jamás contestaba con insultos y jamás amenazó a quienes le hicieron sufrir; al contrario, se puso en manos de Dios que es quien juzga a todos con justicia.

24 Cristo hizo suyos nuestros pecados y por eso murió en la cruz. Lo hizo para que nosotros dejemos por completo de pecar y vivamos para hacer el bien. Cristo fue herido para que vosotros fuerais sanados.

25 Antes andabais como ovejas perdidas, pero ahora habéis regresado a Cristo, que es como un pastor que os cuida y os protege.

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