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Proverbios 23 - Biblia Torres Amat 1825

1 Cuando te sentares a comer con un príncipe, repara con atención lo que te ponen delante.

2 Y si es que dominas tu apetito, aplica el cuchillo como para tapar tu garganta.

3 No apetezcas sus exquisitas viandas, pues son un manjar engañoso.

4 No te afanes por enriquecerte, antes bien pon coto a tu industria.

5 No pongas tus ojos en las riquezas que no puedes adquirir; porque ellas tomarán alas como de águila, y se irán volando por el aire.

6 No vayas a comer con el hombre envidioso, ni desees su mesa;

7 puesto que, a manera de adivino y astrólogo, está calculando de antemano lo que aún no sabe que le gastarás. Come y bebe, te dirá él; mas su corazón no está contigo.

8 Vomitarás cuanto comiste, y habrás desperdiciado tu amena conversación.

9 No te metas a discurrir en presencia de los necios; porque despreciarán tus juiciosos razonamientos.

10 No cambies los linderos de los menores de edad, ni te metas en la herencia de los huérfanos;

11 porque es su curador el Todopoderoso, y defenderá contra ti la causa de ellos.

12 Que se aplique tu corazón a la doctrina, y tus oídos a las máximas de sabiduría.

13 No escasees la corrección al muchacho, pues aunque le des algún castigo, no morirá.

14 Aplícale la vara del castigo, y librarás su alma del infierno.

15 Hijo mío, si tu alma poseyere la sabiduría, mi corazón se regocijará con el tuyo;

16 y saltarán de júbilo mis entrañas cuando proferirán tus labios razonamientos rectos.

17 No envidie tu corazón a los pecadores; sino mantente siempre firme en el temor del Señor,

18 con lo que al fin lograrás cuanto esperas; no quedarán burladas tus esperanzas.

19 Escucha, ¡oh hijo mío!, y serás sabio, y enderezarás tu corazón por el camino recto.

20 No asistas a los convites de los borrachos, ni a las comilonas de aquellos que contribuyen para los banquetes;

21 porque con la frecuencia de beber y de pagar vendrán a arruinarse, y su soñolienta desidia los reducirá a ser unos andrajosos.

22 Escucha a tu padre que te dio la vida, y no desprecies a tu madre cuando se hallare en la vejez.

23 Procura adquirir a toda costa la verdad, y nunca te desprendas de la sabiduría, de la doctrina, ni de la inteligencia.

24 Salta de júbilo el padre del justo; quien engendró un hijo sabio, hallará en él su consuelo.

25 Tengan este gozo tu padre y tu madre, y salte de placer la que te vio nacer.

26 Dame, ¡oh hijo mío!, tu corazón, y fija tus ojos en mis santos caminos;

27 visto que la ramera es una sima profunda, y un estrecho pozo la adúltera.

28 Ella acecha en el camino, como un salteador; y a cuantos incautos pasan, les quita la vida.

29 ¿Para quién son los ayes?; ¿para qué padre son las desdichas?; ¿contra quién serán las riñas?; ¿para quién los precipicios?; ¿para quién las heridas sin motivo alguno?; ¿quién trae los ojos encendidos?

30 ¿No son éstos los dados al vino, y los que hallan sus delicias en apurar copas?

31 ¡Ah!, no mires al vino cuando se pone rojo, cuando resalta su color en el vidrio; él entra suavemente.

32 Mas a la postre muerde como culebra, y esparce veneno como el áspid.

33 Se irán después tus ojos tras la mujer de otro, y prorrumpirá tu corazón en palabras perversas e indecentes.

34 Y vendrás a ser como el que está dormido en medio del borrascoso mar, y como el piloto soñoliento que ha perdido el timón;

35 y al cabo dirás: Me han azotado, pero no me han dolido los azotes; me arrastraron, mas yo nada he sentido: ¿cuándo quedaré despejado para volver a beber?

Biblia Torres Amat

Copyright © Félix Torres Amat. Traducción de la Vulgata al castellano 1825.

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