Lucas 4 - Biblia Reina Valera 20001 Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue agitado del Espíritu al desierto 2 por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió nada en aquellos días; los cuales pasados, después tuvo hambre. 3 Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se haga pan. 4 Y Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan sólo vivirá el hombre, mas con toda palabra de Dios. 5 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró todos los reinos de la redondez de la tierra en un momento de tiempo. 6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí es entregada, y a quien quiero la doy; 7 pues si tú adorares delante de mí, serán todos tuyos. 8 Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete detrás de mí, Satanás, porque escrito está: Al Señor Dios tuyo adorarás, y a él solo servirás. 9 Y le llevó a Jerusalén, y le puso sobre las almenas del Templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; 10 porque escrito está: Que a sus ángeles mandará de ti, que te guarden; 11 y en las manos te llevarán, para que no dañes tu pie en piedra. 12 Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. 13 Y acabada toda tentación, el diablo se fue de él por [un] tiempo. 14 Y Jesús volvió en virtud del Espíritu a Galilea, y salió la fama de él por toda la tierra de alrededor, 15 Y él enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos. 16 Y vino a Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme a su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó a leer. 17 Y le fue dado el libro del profeta Isaías; y cuando abrió el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 18 El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para predicar el evangelio a los pobres; me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados; 19 para pregonar el año agradable del Señor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos. 22 Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? 23 Y les dijo: Sin duda me diréis [este refrán]: Médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído haber sido hechas en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. 24 Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra. 25 Mas en verdad os digo, [que] muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, que hubo una gran hambre en toda la tierra; 26 pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue limpio, sino Naamán el sirio. 28 Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas; 29 y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle. 30 Mas él, pasando por medio de ellos, se fue. 31 Y descendió a Capernaum, ciudad de Galilea, y allí les enseñaba los sábados. 32 Y estaban fuera de sí de su doctrina, porque su palabra era con potestad. 33 Y estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de un demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz, 34 diciendo: Déjanos, ¿qué tenemos contigo Jesús Nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. 35 Y Jesús le increpó, diciendo: Enmudece, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio, salió de él, y no le hizo daño alguno. 36 Y hubo espanto en todos, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y potencia manda a los espíritus inmundos, y salen? 37 Y la fama de él se divulgaba en todas partes por todos los lugares de la comarca. 38 Y levantándose de la sinagoga, entró en casa de Simón; y la suegra de Simón estaba con una gran fiebre; y le rogaron por ella. 39 E inclinándose hacia ella, riñó a la fiebre; y la fiebre la dejó; y ella levantándose luego, les servía. 40 Y poniéndose el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, los traían a él; y él poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. 41 Y salían también demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios. Mas [él] riñéndoles no les dejaba hablar; porque sabían que él era el Cristo. 42 Y siendo ya de día salió, y se fue a un lugar desierto; y el pueblo le buscaba, y vinieron hasta él; y le detenían [para] que no se apartase de ellos. 43 Y él les dijo: Que también a otras ciudades es necesario que anuncie el Evangelio del Reino de Dios; porque para esto soy enviado. 44 Y predicaba en las sinagogas de Galilea. |
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