Marcos 6 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)1 Jesús se fue de allí y regresó a su tierra acompañado de sus discípulos. 2 Cuando llegó el día festivo se puso a enseñar en la sinagoga; y muchos que le escuchaban quedaban admirados y decían: - ¿De dónde ha sacado éste todo eso? ¿Cómo es que tiene tantos conocimientos y hace tantos milagros con sus propias manos? 3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no son sus hermanas estas que viven aquí? Así, Jesús era un tropiezo para ellos. 4 Por eso les dijo: - En todas partes es estimado un profeta, menos en su propia tierra, entre sus familiares y en su propia casa. 5 Y no pudo hacer allí ningún milagro, aparte de curar a unos enfermos sobre los que puso las manos. 6 Estaba verdaderamente sorprendido de la falta de fe de aquella gente. Después de esto, Jesús anduvo enseñando por las aldeas de alrededor. 7 Reunió a los doce discípulos y empezó a enviarlos de dos en dos, dándole autoridad sobre los espíritus impuros. 8 Les ordenó que no llevaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni zurrón, ni dinero en el bolsillo; 9 que fueran calzados con sandalias y no llevaran más de un traje. 10 Les dio estas instrucciones: - Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que salgáis del lugar. 11 Y si en algún sitio no quieren recibiros ni escucharos, marchaos de allí y sacudid el polvo pegado a vuestros pies, en señal de que condenáis a esa gente. 12 Los discípulos salieron y anunciaron la necesidad de la conversión. 13 También expulsaron muchos demonios y curaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite. 14 La fama de Jesús llegó a oídos del propio rey Herodes. Había algunos que decían: - Este es Juan el Bautista, que ha resucitado. Por eso tiene poder de hacer milagros. 15 Otros en cambio, decían, que era Elías; y otros, que era un profeta semejante a los profetas antiguos. 16 Al oír Herodes todo esto afirmó: - Este es Juan. Yo mandé que le decapitaran, pero ha resucitado. 17 Es que este Herodes había hecho arrestar a Juan y le tuvo encarcelado en la cárcel por causa de Herodías, la esposa de su hermano Felipe, con la que se había casado. 18 Pues Juan le había dicho: - No te es lícito tener a la mujer de tu hermano. 19 Por eso, Herodías le odiaba y quería matarle, pero aún no había encontrado la ocasión propicia. 20 ya que el mismo Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo santo, y le protegía y hasta le escuchaba con agrado, aunque siempre se quedaba desconcertado. 21 Por fin, el día del cumpleaños de Herodes, se le presentó a Herodías la oportunidad que buscaba. Ese día, el rey dio un banquete a los grandes de su corte, a los jefes militares y a la gente más importante de Galilea. 22 Durante el banquete salió a bailar la hija de Herodías; y tanto gustó a Herodes y sus invitados que el rey le dijo: - Pídeme lo que quieras y yo te lo daré. 23 Así se lo juró una y otra vez: - ¡Te daré todo lo que me pidas; hasta la mitad de mi reino! 24 La muchacha fue entonces a preguntar a su madre qué podría pedir, y ella le dijo: - Pídele la cabeza de Juan el Bautista. 25 Volvió a toda prisa la muchacha y dijo al rey: - Quiero que me des ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista. 26 El rey se entristeció al oir esta petición; pero, como con sus juramentos se había comprometido delante de los invitados, no quiso volverse atrás. 27 Así que envió a un soldado con la orden de traerle la cabeza de Juan. El soldado fue a la cárcel, le cortó la cabeza 28 y la trajo en una bandeja. Luego se la entregó a la muchacha y ella se la dio a su madre. 29 Cuando los discípulos de Juan se enteraron de lo ocurrido, fueron a pedir su cadáver y lo pusieron en un sepulcro. 30 Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le comunicaron todo lo que habían hecho y enseñado. 31 El les dijo: - Venid aparte conmigo. Vamos a descansar un poco en algún lugar tranquilo. Porque eran tantos los que le seguían a todas partes que no les quedaba ni tiempo para comer. 32 Así que subieron a una barca y se dirigieron, ellos solos, a un lugar apartado. 33 Pero la gente los vio alejarse; y muchos que advirtieron lo que hacían, salieron de todos aquellos pueblos y, corriendo a pie por la orilla, se adelantaron a ellos. 34 Cuando Jesús bajó de la barca, al ver toda aquella gente reunida, se compadeció de ellos, porque parecían ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. 35 El tiempo pasó y se hizo tarde; entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: - Se está haciendo tarde y estamos en despoblado. 36 Despide a toda esa gente para que vayan a los caseríos y aldeas de alrededor a comprarse comida. 37 Jesús les contestó: - Dadles de comer vosotros mismos. Ellos le respondieron: - ¿Cómo vamos a comprar nosotros tal cantidad de pan para darles de comer? 38 Jesús les encargó: - Mirad a ver cuántos panes tenéis. Después de comprobarlo, le dijeron: - Cinco panes y dos peces. 39 Jesús mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde, formando grupos. 40 Y formaron grupos de cien y de cincuenta. 41 Luego él tomó los cinco panes y los dos peces y se los fue dando a sus discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente. 42 Y todos comieron hasta quedar satisfechos, 43 y todavía se recogieron doce cestos llenos de trozos sobrantes de pan y de pescado. 44 Los que comieron de aquellos panes fueron cinco mil hombres. 45 Luego Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca para que llegaran a la otra orilla del lago, frente a Betsaida, mientras él despedía a la gente. 46 Cuando los hubo despedido a todos, se fue a orar al monte. 47 Al llegar la noche, la barca ya estaba en medio del lago, mientras Jesús se hallaba sólo en tierra. 48 A eso de las tres de la madrugada, viendo que estaban casi agotados de remar, porque el viento les era contrario, se dirigió hacia ellos andando sobre el lago y haciendo ademán de pasar de largo. 49 Ellos, al verle caminar sobre el lago, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar. 50 Porque le vieron todos y se asustaron. Pero Jesús les habló en seguida, diciéndoles: - Tranquilizaos, soy yo. No os asustéis. 51 Luego subió a la barca, y el viento cesó. Ellos no salían de su asombro, 52 pues no habían comprendido lo sucedido con los panes y aún tenían la mente embotada. 53 Cruzaron el lago y tocaron tierra en Genesaret. Atracaron a la orilla, 54 y, al bajar de la barca, la gente reconoció a Jesús. 55 Y de toda aquella región se apresuraron a llevar en camillas a toda clase de enfermos, a donde se decía estaba Jesús. 56 Y allí donde él llegaba, ya fueran aldeas, pueblos o caseríos, ponían a los enfermos en las plazas, y les suplicaban que les permitieran tocar siquiera el borde del manto. Y cuantos lo tocaban quedaban curados. |
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