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Hechos 9 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

1 Entre tanto, Saulo, que seguía con el corazón lleno de amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote

2 y le pidió cartas de presentación para las sinagogas de Damasco. Su intención era conducir presos a Jerusalén a cuantos seguidores del nuevo camino del Señor encontrara, tanto hombres como mujeres.

3 Se hallaba en ruta hacia Damasco, a punto ya de llegar, cuando de pronto un resplandor celestial le deslumbró.

4 Cayó a tierra y oyó una voz que decía: - Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?

5 - ¿Quién eres, Señor? - preguntó Saulo. - Soy Jesús, a quien tú persigues - respondió la voz -.

6 Anda, levántate y entra en la ciudad. Allí recibirás instrucciones sobre lo que debes hacer.

7 Sus compañeros de viaje se habían quedado mudos de estupor. Oían la voz, pero no veían a nadie.

8 Saulo se levantó del suelo, y cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que le llevaron de la mano a Damasco,

9 donde pasó tres días privado de la vista, sin comer y sin beber.

10 Residía en Damasco un discípulo llamado Ananías. En una visión oyó que el Señor le llamaba: - ¡Ananías! - Aquí estoy, Señor - respondió.

11 El Señor le dijo: - Vete rápidamente a casa de Judas, en la calle Recta, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Ahora está orando,

12 y acaba de tener una visión en la que un hombre llamado Ananías entra en su casa y le toca los ojos con las manos para que recobre la vista.

13 - Señor - contestó Ananías -, muchas personas me han hablado acerca de ese hombre y del daño que ha causado a tus fieles en Jerusalén.

14 Y aquí mismo tiene plenos poderes de los jefes de los sacerdotes para prender a todos los que te invocan.

15 - Tú vete - replicó Ananías -, porque he sido yo quien he elegido a ese hombre para que anuncie mi mensaje a todas las naciones, a sus gobernadores y al pueblo de Israel.

16 Yo mismo le mostraré las contrariedades que habrá de sufrir por mi causa .

17 Ananías partió inmediatamente y tan pronto como entró en la casa, tocó con sus manos los ojos de Saulo y le dijo: - Hermano Saulo, Jesús el Señor, el mismo que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo.

18 De repente cayeron de sus ojos una especie de escamas y recuperó la vista. A continuación fue bautizado,

19 tomó alimento y recobró fuerzas. Saulo se quedó algún tiempo con los discípulos que residían en Damasco,

20 y bien pronto empezó a proclamar en las sinagogas que Jesús era el Hijo de Dios.

21 Todos los que le oían comentaban llenos de asombro: - ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía con saña a los creyentes? ¿Y no ha venido aquí expresamente para llevarlos presos ante los jefes de los sacerdotes?

22 Pero el prestigio de Saulo crecía más y más, y con argumentos irrefutables demostraba a los judíos de Damasco que Jesús era el Mesías.

23 Algún tiempo después, los judíos se propusieron matar a Saulo.

24 Pero alguien le puso al corriente de sus planes homicidas, y, aunque los judíos vigilaban día y noche las puertas de la ciudad con intención de asesinarle,

25 los discípulos de Saulo le descolgaron una noche por la muralla metido dentro de un cesto.

26 A su llegada a Jerusalén trató de unirse al grupo de los discípulos; pero todos le temían, pues no acababan de creer que fuera uno de ellos.

27 Entonces, Bernabé le tomó consigo y le presentó a los apóstoles. Les contó cómo Saulo había visto al Señor en su viaje hacia Damasco, de qué manera le había hablado el Señor y con qué valentía había hablado en Damasco acerca de Jesús.

28 A partir de entonces, Saulo se movía libremente por Jerusalén en compañía de los apóstoles, y hablaba sin miedo acerca del Señor.

29 Pero pronto entró en polémica con los judíos de lengua griega, que comenzaron a hacer planes para matarle.

30 Al enterarse, los hermanos le escoltaron hasta Cesarea y después le encaminaron a Tarso.

31 La Iglesia gozó de un período de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Fueron días en que, impulsada por el Espíritu Santo y plenamente fiel al Señor, iba consolidándose y extendiéndose cada vez más.

32 Pedro, que recorría incansable todos los lugares, fue también a visitar a los fieles de Lida.

33 Allí encontró a un hombre llamado Eneas, a quien la parálisis tenía postrado en cama desde hacía ocho años.

34 Pedro le dijo: - Eneas, Jesucristo va a curarte; levántate y haz tu cama . Eneas se levantó inmediatamente.

35 Y cuando los habitantes de Lida y de toda la llanura de Sarón le vieron sano, se convirtieron al Señor.

36 Había en Jope una mujer creyente llamada Tabita, nombre que significa 'Gacela'. Se dedicaba por entero a hacer buenas obras y a socorrer a los necesitados.

37 Pero uno de aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo depositaron en la habitación del piso de arriba.

38 Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad, y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego: - Por favor, ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo.

39 Pedro partió con ellos en seguida. Al llegar a Lida le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas.

40 Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar. Se acercó después al cadáver y dijo: - ¡Tabita, levántate! Ella abrió los ojos, y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho.

41 El la tomó de la mano y la ayudó a ponerse en pie; llamó luego a las viudas y a los fieles, y se la presentó con vida.

42 La noticia corrió por toda Jope, y fueron muchos los que creyeron en el Señor.

43 Pedro se quedó una temporada en Jope, en casa de un tal Simón, que era curtidor.

NUEVO TESTAMENTO ARCAS-FERNANDEZ

Copyright © Fernando Arcas-Alfonso Fernández

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