Hebreos 2 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)1 Es preciso, por tanto, que tomemos en serio el mensaje recibido, si no queremos navegar a la deriva. 2 Sabido es que la ley mosaica, promulgada por medio de ángeles, tuvo plena validez, y que cuantos la desobedecieron y conculcaron recibieron el merecido castigo. 3 Siendo esto así, ¿cómo podremos salir nosotros bien parados, si desdeñamos una salvación de tanto valor? Me refiero a la salvación que comenzó siendo anunciada por el Señor, que nos han confirmado quienes la escucharon, 4 y de la que Dios mismo ha dado testimonio valiéndose de milagros, prodigios y toda suerte de maravillas, además de los dones del Espíritu Santo, que ha repartido según su voluntad. 5 El mundo de que hablamos es el mundo futuro, y no lo ha puesto Dios bajo el dominio de los ángeles. 6 De ello da fe lo que se dice en un lugar de la Escritura: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? ¿Qué es el ser humano para que te preocupes por él? 7 Apenas inferior a los ángeles le hiciste; de gloria y honor le coronaste; 8 todo lo sometiste a su poder. Y si Dios se lo ha sometido todo, quiere decir que nada queda fuera de su dominio. Es cierto que al presente no vemos que todo le esté ya sometido; 9 pero, por otra parte, vemos que Jesús, a quien Dios hizo un poco inferior a los ángeles, ha sido coronado de gloria y honor por haber sufrido la muerte. Así, por benévola disposición divina, dio su vida en favor de todos . 10 Convenía, en efecto, que Dios, que es origen y fin de todas las cosas y que quiere conducir a una multitud de hijos a la gloria, transformase a Jesús, por medio del sufrimiento, hasta hacerle perfecto, siendo como es cabeza de fila de quienes han de salvarse. 11 Y es que santificador y santificados proceden del mismo Padre. Por esta razón no tiene él a menos llamar hermanos suyos a los hombres, 12 cuando dice: anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. 13 Y en otro lugar: En Dios pondré toda mi confianza. Y también: Aquí estoy con los míos, los que Dios me ha dado. 14 Y como los miembros de una familia participan de una misma carne y sangre, también Jesús comparte carne y sangre con los hombres. Puede así, con su muerte, reducir a la impotencia al señor de la muerte, es decir, al diablo, 15 y liberar a quienes el miedo a la muerte ha mantenido de por vida bajo el yugo de la esclavitud. 16 Porque no es a los ángeles, sino a los hijos de Abraham, a quienes viene a tender una mano. 17 Por ello tenía que ser en todo semejante a sus hermanos. ¿Cómo, si no, podría llegar a ser un sacerdote compasivo y fiel en las cosas que se refieren a Dios y alcanzar el perdón de los pecados del pueblo? 18 Precisamente por haber sido puesto a prueba él mismo y haber soportado el sufrimiento, puede ahora ayudar a quienes se debaten en medio de la prueba. |
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