Apocalipsis 6 - Biblia Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)1 Vi entonces cómo el Cordero rompió el primero de los siete sellos, al tiempo que uno de los cuatro seres vivientes decía con voz de trueno: 2 - ¡Ven! Al mirar, vi un caballo blanco, cuyo jinete iba armado de un arco . Le dieron una corona, y salió como seguro vencedor. 3 El Cordero rompió el segundo sello, y oí que el segundo ser viviente decía: - ¡Ven! 4 Salió entonces otro caballo de color rojo escarlata. Su jinete blandía una espada, y tenía la misión de borrar la paz de la tierra provocando guerras fratricidas. 5 Rompió el Cordero el tercer sello, y oí al tercer ser viviente que decía: - ¡Ven! Al mirar, vi un caballo negro, cuyo jinete sostenía una balanza en la mano. 6 Emergiendo de entre los cuatro seres vivientes, una especie de voz proclamaba: - Por un kilo de trigo, el jornal de un día; por tres kilos de cebada, el jornal de un día; respetad, sin embargo, el aceite y el vino. 7 El Cordero rompió el cuarto sello, y oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: - ¡Ven! 8 Al mirar, vi un caballo bayo, montado por un jinete que se llamaba 'Muerte' . Detrás de él galopaba el abismo, ambos con poder para aniquilar la cuarta parte de la tierra valiéndose de la espada, el hambre, la peste y los animales salvajes. 9 El Cordero rompió el quinto sello, y vi debajo del altar, vivos, a los que habían sido asesinados por haber proclamado el mensaje de Dios y haber dado testimonio de su fe. 10 Y gritaron con voz poderosa: - Señor santo y veraz, ¿cuánto vas a tardar en hacernos justicia y vengar la muerte que nos dieron los que viven en la tierra? 11 Recibió entonces cada una túnica blanca, mientras les decían: - Esperad un poco todavía. Esperad hasta que se complete el número de vuestros compañeros y hermanos que han de morir como vosotros. 12 Vi cómo el Cordero rompía el sexto sello. Se produjo entonces un formidable terremoto; el sol se oscureció como si vistiera luto; la luna se volvió como se sangre; 13 las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como higos aún verdes sacudidos por un viento impetuoso; 14 el cielo se desplegó sobre sí mismo como un pergamino gigantesco que se enrolla, y todos los montes y las islas sintieron estremecerse sus cimientos. 15 Entonces, los reyes de la tierra, los nobles, los generales, los ricos, los poderosos y los hombres todos, esclavos y libres, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes, 16 diciendo a cumbres y peñascos: - Caed sobre nosotros; que no nos vea el que está sentado en el trono, que no dé con nosotros la ira del Cordero. 17 Porque ha llegado el gran día de su ira, y ¿quién podrá resistir en pie? |
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