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Salmos 102 - Biblia Castilian 2003

1 Oración del afligido cuando, desfalleciente, derrama su queja delante del Se or.

2 Se or, escucha mi plegaria, que a ti llegue mi clamor.

3 No me ocultes tu rostro el d a de mi angustia; inclina tus o dos hacia m y, en la hora en que te invoco, respóndeme en seguida.

4 Mis d as se terminan en humo, y mis huesos se queman lo mismo que un brasero.

5 Abatido, como la hierba, mi corazón se seca y hasta de comer mi pan me olvido.

6 A fuerza de gemir, se me pegan los huesos a la carne;

7 me parezco al pel cano del desierto, como el búho de las ruinas,

8 siempre en vela, como pájaro solitario sobre el techo.

9 Mis enemigos me afrentan todo el d a, y juran contra m como dementes.

10 Por pan como cenizas, mi bebida se mezcla con mi llanto.

11 A causa de tu enojo y de tu ira, me has alzado a lo alto y arrojado.

12 Mis d as son como la sombra que declina, me seco como el heno.

13 Pero tú, Se or, permaneces para siempre, por todas las edades tu memoria.

14 Tú te levantarás, te apiadarás de Sión, pues es tiempo de tener piedad de ella, ha llegado ya la hora.

15 Tus siervos se complacen en sus piedras, tienen cari o hasta a su polvo.

16 Los pueblos venerarán el nombre del Se or y su majestad, los reyes todos de la tierra.

17 Y es que el Se or habrá reconstruido ya a Sión y habrá dejado ver su gloria,

18 escuchando la oración del despojado, no despreciando su plegaria.

19 As quedará escrito para el tiempo futuro y el pueblo que se forme alabará al Se or.

20 Él observa desde su santa altura, el Se or desde los cielos mira la tierra,

21 para escuchar el llanto del cautivo, para librar los destinados a la muerte.

22 Y as se ha de contar en Sión sobre el renombre del Se or y en Jerusalén sobre sus glorias,

23 al congregarse en uno los pueblos y los reinos para el servicio del Se or.

24 Mis fuerzas se han quebrado en el camino, mis d as se han menguado.

25 Y yo digo: 'Dios m o, no me tomes en medio de mis d as'. Tus a os son por todas las edades:

26 tú fundaste la tierra en los comienzos y los cielos son la obra de tus manos.

27 Ellos perecerán, mientras tú permaneces: todos ellos se gastan como un manto, cual vestido que se muda.

28 Pero tú eres el mismo, tus a os no terminan.

La Biblia Castilla 2003

La Biblia, Nueva Versión Internacional ®, (Castilian Version) Copyright © 1999, 2005 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.

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