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Hechos 9 - Biblia Castilian 2003

1 Por su parte Saulo, todav a respirando amenazas y muerte contra los disc pulos del Se or, se llegó al sumo sacerdote

2 y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer presos a Jerusalén a todos cuantos encontrara adictos al Camino, hombres o mujeres.

3 Sucedió que, mientras iba caminando, al acercarse a Damasco, de repente lo envolvió una luz del cielo;

4 ca do en tierra, oyó una voz que le dec a: 'Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?'.

5 Él dijo: '¿Quién eres, Se or?'. Y él: 'Yo soy Jesús, a quien tú persigues.

6 Pero levántate, entra en la ciudad y te dirán lo que has de hacer'.

7 Los hombres que con él viajaban hab an enmudecido, porque o an la voz, pero no ve an a nadie.

8 Se levantó, pues, Saulo del suelo y aunque ten a los ojos abiertos nada ve a; lo llevaron, pues, de la mano, hasta Damasco.

9 Estuvo tres d as sin ver, y ni com a ni beb a.

10 Hab a en Damasco un disc pulo llamado Anan as, al cual dijo el Se or en una visión: 'Anan as'. Él respondió: 'Heme aqu, Se or'.

11 Y el Se or a él: 'Anda, vete a la calle que llaman Recta y busca en la casa de Judas a un tal Saulo de Tarso, que está en oración

12 y ha visto [en visión] a un hombre llamado Anan as, que entraba y le impon a las manos para que recobrara la vista'.

13 Respondió Anan as: 'Se or, tengo o do de muchos cuántos males ha causado a tus fieles este hombre en Jerusalén.

14 Y aqu tiene autorización de los pr ncipes de los sacerdotes para apresar a todos los que invocan tu nombre'.

15 Pero el Se or le dijo: 'Vete, porque éste es mi instrumento escogido, para ser portador de mi nombre ante los gentiles y los reyes, y ante los israelitas;

16 porque yo le mostraré cuántas cosas deberá padecer por mi nombre'.

17 Partió, pues, Anan as, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: 'Hermano Saulo, el Se or Jesús, el que se te apareció en el camino que tra as, me ha enviado para que recobres la vista y quedes lleno del Esp ritu Santo'.

18 Y al instante cayeron de sus ojos como unas escamas, recobró la vista y fue bautizado.

19 Tomó alimento y recuperó sus fuerzas. Estuvo con los disc pulos en Damasco algunos d as,

20 y en seguida predicaba en las sinagogas a Jesús, diciendo que éste era el Hijo de Dios.

21 Todos los que le o an se maravillaban y dec an: 'Pero ¿no es éste el que arrasaba en Jerusalén a los que invocaban este nombre, y no hab a venido aqu expresamente a lo mismo, para llevárselos presos ante los pr ncipes de los sacerdotes?'.

22 Pero Saulo se sent a cada vez más fuerte y confund a a los jud os que habitaban en Damasco, demostrándoles que aquél era el Cristo.

23 Pasados bastantes d as, decidieron los jud os quitárselo de en medio.

24 Pero Saulo tuvo conocimiento de su propósito. Ten an incluso vigiladas las puertas d a y noche para matarlo.

25 Pero sus disc pulos le tomaron y lo bajaron de noche por el muro, descolgándolo en una espuerta.

26 Llegado a Jerusalén, intentaba unirse a los disc pulos; pero todos le tem an y no cre an que fuera disc pulo.

27 Entonces Bernabé lo tomó consigo, lo presentó a los apóstoles y les explicó cómo vio en el camino al Se or, el cual le habló, y cómo en Damasco hab a actuado con valent a en el nombre de Jesús.

28 Desde entonces entraba y sal a con ellos en Jerusalén, predicando con valent a en el nombre del Se or.

29 Hablaba también y discut a con los helenistas, los cuales intentaban matarlo.

30 Enterados de esto los hermanos, lo trasladaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.

31 La Iglesia, mientras tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samar a, se edificaba y caminaba en el temor del Se or y crec a con la consolación del Esp ritu Santo.

32 Pedro, que recorr a todos aquellos lugares, llegó hasta los fieles que habitaban en Lida.

33 Encontró all a un hombre llamado Eneas, que desde ocho a os atrás yac a en una camilla, porque estaba paral tico.

34 Y le dijo Pedro: 'Eneas, el Se or Jesús te va a curar; levántate y hazte tú mismo la cama'. Y al momento se levantó.

35 Al verlo, todos los habitantes de Lida y Sarón se convirtieron al Se or.

36 En Jope hab a una disc pula de nombre Tabitá, que traducido significa 'Gacela'. Estaba llena de buenas obras y de limosnas que hac a.

37 Sucedió, pues, por aquellos d as que enfermó y murió. Una vez lavada, la colocaron en la habitación de arriba.

38 Dada la proximidad entre Lida y Jope, y habiendo o do los disc pulos que Pedro estaba en aquella ciudad, le despacharon dos hombres con este ruego: 'No tardes en venir hasta nosotros'.

39 Pedro al punto se fue con ellos. Llegado, le hicieron subir a la habitación de arriba y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrándole las túnicas y mantos que les hab a hecho Gacela mientras estaba con ellas.

40 Pedro hizo salir fuera a todos. Luego, puesto de rodillas, oró y, vuelto al cadáver, dijo: 'Tabitá, levántate'. Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó.

41 Él le dio la mano y la levantó; llamó luego a los fieles y a las viudas y se la presentó vuelta a la vida.

42 La cosa fue notoria en toda Jope, y muchos creyeron en el Se or.

43 Se quedó bastantes d as en Jope, en casa de un tal Simón, curtidor.

La Biblia Castilla 2003

La Biblia, Nueva Versión Internacional ®, (Castilian Version) Copyright © 1999, 2005 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.

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