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Hechos 16 - Biblia Castilian 2003

1 Llegó hasta Derbe y Listra. Hab a all un disc pulo, de nombre Timoteo, hijo de madre jud a, creyente, y de padre griego,

2 del cual se hac an lenguas los hermanos de Listra e Iconio.

3 Quiso Pablo llevárselo consigo y lo circuncidó en atención a los jud os que hab a en aquellos lugares, pues todos sab an que su padre era griego.

4 Según iban recorriendo las ciudades, les iban informando de los decretos aprobados por los apóstoles y ancianos de Jerusalén para que se guiaran por ellos.

5 As, pues, las iglesias se afirmaban en la fe y su número aumentaba de d a en d a.

6 Habiéndoles impedido el Esp ritu Santo predicar la palabra en Asia, cruzaron Frigia y la región de Galacia,

7 hasta los confines de Misia. Intentaron pasar a Bitinia, pero no se lo permitió el Esp ritu de Jesús.

8 Dejando, pues, atrás Misia, bajaron a Tróade.

9 Durante la noche tuvo Pablo una visión: un macedonio, puesto en pie, le rogaba: 'Pasa a Macedonia y ayúdanos'.

10 En cuanto vio la visión, tratamos de salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos hab a llamado a evangelizarlos.

11 Embarcamos en Tróade, navegamos derechos a Samotracia, al d a siguiente a Neápolis

12 y, de all, a Filipos, colonia romana y ciudad del primer distrito de Macedonia. Llevábamos ya varios d as en esta ciudad,

13 cuando el sábado salimos extramuros, junto a un r o, donde pensábamos que estar a el lugar destinado a la oración, nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que se hab an reunido.

14 Una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpuras, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos escuchaba atentamente y el Se or le abrió el corazón para aceptar lo que Pablo dec a.

15 Tras haberse bautizado ella y los de su familia, nos rogó diciendo: 'Si me habéis juzgado fiel al Se or, entrad y quedaos en mi casa'. Y tanto nos insistió que no pudimos negarnos.

16 Aconteció que, yendo nosotros al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha que ten a esp ritu adivinino y proporcionaba a sus amos pingües ganancias con sus adivinaciones.

17 Nos segu a a Pablo y a nosotros, gritando: 'Estos hombres son siervos del Dios Alt simo, que os anuncian el camino de salvación'.

18 Ven a haciendo esto muchos d as. Molesto al fin Pablo, dijo volviéndose al esp ritu: 'Te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de ella'. Y salió al instante.

19 Al ver sus amos desvanecida la esperanza de sus ganancias, prendieron a Pablo y a Silas, los arrastraron al foro ante los magistrados

20 y, presentándolos a los pretores, dijeron: 'Estos hombres están perturbando nuestra ciudad. Son jud os

21 y ense an costumbres que nosotros, como ciudadanos romanos, no podemos aceptar ni practicar'.

22 La multitud se amotinó contra ellos, y los pretores ordenaron que les desnudaran, y los azotaran con varas.

23 Tras haberles propinado numerosos golpes, los metieron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los custodiara con rigor.

24 En cumplimiento de la orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies al cepo.

25 Alrededor de la media noche Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios; los restantes presos les estaban escuchando.

26 De repente sobrevino un gran terremoto que hizo temblar los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y a todos se les soltaron los grilletes.

27 Al despertar el carcelero y ver las puertas de la cárcel abiertas, desenvainó la espada con la intención de matarse, pensando que los presos habr an huido.

28 Pero Pablo exclamó a grandes voces: 'No te hagas ningún mal, que todos estamos aqu '.

29 Pidió él una luz, saltó dentro, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas,

30 los sacó afuera y les dijo: 'Se ores, ¿qué debo hacer para salvarme?'.

31 Ellos le respondieron: 'Cree en el Se or Jesús, y te salvarás tú y tu familia'.

32 Y le anunciaron la palabra de Dios a él y a todos los de su casa.

33 En aquella hora de la noche, él los tomó consigo, les lavó las heridas y se bautizó al instante él y todos los suyos.

34 Los subió a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber cre do en Dios.

35 Llegada la ma ana, enviaron los pretores a los lictores para que le dijeran: 'Suelta a esos hombres'.

36 Comunicó el carcelero este recado a Pablo: 'Los pectores han enviado a decir que seáis puestos en libertad; salid, pues, y marchaos en paz'.

37 Pero Pablo les dijo: 'Nos han azotado en público y nos han metido en la cárcel sin juicio previo, siendo como somos ciudadanos romanos, ¿y ahora nos sacan a escondidas? Desde luego que no: que vengan ellos a sacarnos'.

38 Los lictores comunicaron a los pretores estas palabras. Temblaron éstos al o r que eran romanos,

39 vinieron a presentarles sus excusas y, después de liberarlos, les rogaron que se fueran de la ciudad.

40 Salieron, pues, de la cárcel, entraron en casa de Lidia, vieron a los hermanos, los exhortaron y partieron.

La Biblia Castilla 2003

La Biblia, Nueva Versión Internacional ®, (Castilian Version) Copyright © 1999, 2005 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.

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