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Daniel 3 - Biblia Castilian 2003

1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro de sesenta codos de altura por seis codos de anchura y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia.

2 Después, el rey Nabucodonosor mandó convocar a los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, jueces y a todas las autoridades de la provincia, para que asistieran a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor hab a erigido.

3 Reuniéronse, pues, los sátrapas, prefectos, gobernadores, consejeros, tesoreros, juristas, jueces y todas las autoridades de la provincia para la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor hab a erigido, y se pusieron ante la estatua alzada por Nabucodonosor.

4 El heraldo proclamó en voz alta: 'A vosotros, pueblos, naciones y lenguas, se os manda lo siguiente:

5 En el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, postraos para adorar la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor.

6 El que no se postre y no la adore, será arrojado al instante a un horno de fuego ardiente'.

7 Por eso, cuando todos los pueblos oyeron el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron para adorar la estatua de oro que hab a erigido el rey Nabucodonosor.

8 Entonces se presentaron algunos caldeos y denunciaron a los jud os.

9 Tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: '¡Viva el rey eternamente!

10 Tú, ¡oh rey!, has dado un decreto según el cual todo el que oiga el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música debe postrarse para adorar la estatua de oro;

11 y que el que no se postre y no la adore será arrojado a un horno de fuego ardiente.

12 Pues bien, hay algunos jud os, a quienes pusiste al frente de la administración de la provincia de Babilonia, concretamente Sidrac, Misac y Abdénago, que no han tenido en cuenta tu decreto, ¡oh rey!, no veneran a tu dios y no adoran la estatua de oro que has erigido'.

13 Furioso entonces Nabucodonosor, ordenó llamar a Sidrac, Misac y Abdénago, que fueron conducidos a la presencia del rey.

14 Nabucodonosor tomó la palabra y les dijo: '¿Es verdad, Sidrac, Misac y Abdénago, que no veneráis a mis dioses y no adoráis la estatua de oro que he erigido?

15 ¿Estáis ahora dispuestos, en el momento en que oigáis el sonido de la trompeta, de la flauta, de la c tara, de la sambuca, del salterio, de la cornamusa y de toda suerte de instrumentos de música, a postraros para adorar la estatua que hice? Porque, si no la adoráis, seréis arrojados al instante a un horno de fuego ardiente. ¿Y quién es el dios que podr a libraros de mis manos?'.

16 Sidrac, Misac y Abdénago respondieron al rey Nabucodonosor: 'No necesitamos dar una respuesta a tu pregunta.

17 Desde luego, nuestro Dios, a quien servimos, puede librarnos y nos librará del horno de fuego ardiente y de tus manos, ¡oh rey!

18 Pero en el caso de que no lo haga, has de saber, ¡oh rey!, que ni aun entonces veneraremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido'.

19 Entonces Nabucodonosor, enfurecido y con el semblante alterado a causa de Sidrac, Misac y Abdénago, ordenó encender el horno con un fuego siete veces mayor que el acostumbrado

20 y mandó a algunos de los hombres más robustos de su ejército que ataran a Sidrac, Misac y Abdénago y los arrojaran al horno de fuego ardiente.

21 Al instante, aquellos tres hombres fueron atados, y con sus calzones, túnicas, gorros y vestidos, fueron arrojados al horno de fuego ardiente.

22 Como la orden del rey era severa y el horno era un puro incendio, la llama del fuego abrasó a los que hab an llevado a Sidrac, Misac y Abdénago,

23 mientras estos tres hombres, Sidrac, Misac y Abdénago, cayeron atados en medio del horno de fuego ardiente.

24 Se paseaban entre las llamas, alabando a Dios y bendiciendo al Se or.

25 Azar as, puesto de pie en medio de las llamas, abrió sus labios y oró as:

26 'Bendito eres, Se or, Dios de nuestros padres, y digno de alabanza; y glorioso es tu nombre por los siglos.

27 Porque justo eres en todo lo que haces, todas tus obras son veraces, tus caminos rectos y todos tus juicios verdaderos.

28 Justas han sido tus sentencias cuando actuaste contra nosotros y contra Jerusalén, la ciudad santa de nuestros padres. Según verdad y justicia actuaste a causa de nuestros pecados.

29 Pues pecamos y procedimos inicuamente, alejándonos de ti, delinquimos en todo y no escuchamos tus preceptos;

30 no los guardamos ni procedimos como nos mandaste para nuestro bien.

La Biblia Castilla 2003

La Biblia, Nueva Versión Internacional ®, (Castilian Version) Copyright © 1999, 2005 by Biblica, Inc.® Used by permission. All rights reserved worldwide.

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