1 Reyes 3 - Biblia Castilian 20031 Salomón emparentó con el Faraón, rey de Egipto, tomando por esposa a la hija del Faraón. Y la trajo a la ciudad de David hasta que él terminara de construir su palacio, el templo de Yahveh y las murallas alrededor de Jerusalén. 2 Por aquel entonces el pueblo ofrec a sacrificios en los lugares altos, porque aún no se hab a edificado una casa al nombre de Yahveh. 3 Salomón se mostraba amante de Yahveh y segu a las normas de su padre David, aunque también ofrec a sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos. 4 Fue, pues, el rey a Gabaón para ofrecer sacrificios all, por ser el lugar alto de mayor importancia. Salomón ofreció mil holocaustos sobre aquel altar. 5 En Gabaón se apareció Yahveh a Salomón en sue os durante la noche. Y le dijo Dios: 'P deme lo que quieras que te dé'. 6 Respondió Salomón: 'Tú trataste con gran benevolencia a tu siervo David, mi padre, porque él caminó ante tu faz con lealtad y justicia y rectitud de corazón hacia ti. Y tú le conservaste esta gran benevolencia al concederle un hijo que se sentara sobre su trono tal y como hoy acontece. 7 Y as, Yahveh, mi Dios, tú has puesto como rey a tu siervo en lugar de mi padre David. Pero yo soy un ni o peque o que no sabe aún conducirse. 8 Por otra parte, tu siervo está en medio del pueblo que tú elegiste y que es tan numeroso que no se puede contar ni calcular su muchedumbre. 9 Concede, pues, a tu siervo un corazón prudente, para que sepa juzgar a tu pueblo y discernir entre lo bueno y lo malo. Porque ¿quién es capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan considerable?'. 10 Agradó al Se or que Salomón hiciera esta petición, 11 por lo que le dijo Dios: 'Puesto que has pedido esto para ti, y no una larga vida, ni riquezas, ni la vida de tus enemigos, sino entendimiento para discernir lo que es equitativo, 12 voy a concederte lo que pides: te daré un corazón tan sabio e inteligente como no ha habido otro antes de ti ni lo habrá después de ti. 13 Y te concedo, además, lo que no me has pedido: riquezas y gloria tales que no habrá ningún rey como tú mientras vivas. 14 Y si andas por mis caminos y guardas mis mandamientos y preceptos como lo hizo David, tu padre, prolongaré tus d as'. 15 Salomón se despertó y se dio cuenta de que hab a tenido un sue o. Se volvió a Jerusalén, se presentó ante el arca de la alianza del Se or, ofreció holocaustos y sacrificios de comunión y dio un banquete a todos sus servidores. 16 Por aquel entonces se presentaron ante al rey dos prostitutas. 17 Le dijo una de ellas: '¡Óyeme, se or m o! Yo y esta mujer vivimos en la misma casa; y yo di a luz estando con ella en la casa. 18 A los tres d as de mi alumbramiento, también esta mujer dio a luz. Estábamos nosotras juntas, y ningún extra o hab a con nosotras en la casa. Estábamos nosotras dos solas. 19 Pero el hijo de esta mujer murió una noche, porque ella se hab a acostado encima de él. 20 Ella se levantó a medianoche, tomó a mi hijo de mi lado mientras tu sierva dorm a, y lo recostó en su regazo, y en mi regazo puso a su hijo muerto. 21 Cuando me levanté por la ma ana para dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto, pero después, a la luz del d a, lo miré atentamente y vi que no era mi hijo, el que yo hab a dado a luz'. 22 Replicó la otra mujer: 'No es verdad. Mi hijo es el que está vivo, y el tuyo el que está muerto'. Pero la primera dec a: 'No es cierto. Tu hijo es el muerto, y el m o es el vivo'. Y as discut an en presencia del rey. 23 Dijo entonces el rey: 'Ésta dice: 'Mi hijo es el vivo, y tu hijo el muerto'. Mientras que aquélla replica: 'No es cierto; tu hijo es el muerto, y el m o es el vivo''. 24 Y a adió el rey: 'Traedme una espada'. Trajéronle al rey una espada 25 y él ordenó: 'Partid en dos al ni o vivo y dad una mitad a una y la otra mitad a la otra'. 26 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, dirigiéndose al rey, porque se le hab an conmovido las entra as por su hijo, le dijo: '¡Por favor, se or m o! Entregadle a ésta el ni o vivo, pero no lo matéis'. Por el contrario, la otra dec a: 'No será para m, ni para ti; que lo partan'. 27 Entonces el rey intervino diciendo: 'Entregad a aquélla el ni o vivo y no lo matéis; ella es su madre'. 28 Se enteró todo Israel de la sentencia que hab a pronunciado el rey y sintieron temor reverencial ante él, pues vieron que en él hab a sabidur a divina para administrar justicia. |
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