he apartado mis pasos; mis pies no tropiezan en tus sendas.
Sustenta mis pasos en tus caminos, Para que mis pies no resbalen.
Mis pasos permanecieron en tu camino; no he vacilado en seguirte.
Afirma mis pasos en tus caminos para que no tropiecen mis pies.
Mis pasos se han sostenido en tus caminos, Mis pies no resbalarán.
Al mantener mis pasos en tus huellas, no llegarán mis pies a vacilar.
Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen.
En sus sendas he afirmado mis pies; he seguido su camino sin desviarme.
Guía mis pasos conforme a tu promesa; no permitas que ninguna iniquidad me domine.
No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida.
El Señor te cuidará; de todo mal guardará tu vida.
Has despejado el paso de mi camino, para que mis tobillos no se tuerzan.
Perseguí a mis enemigos, les di alcance y no retrocedí hasta verlos aniquilados.
Tan solo pido que no se burlen de mí, que cuando tropiece no se crean superiores.
Nuestro corazón no ha vuelto atrás ni nos hemos apartado de tu senda.
No bien decía: «Mis pies resbalan», cuando ya tu gran amor, Señor, venía en mi ayuda.
Señor, yo sé que nadie es dueño de su destino, que no le es dado al caminante dirigir sus propios pasos.
Él guardará los pasos de sus fieles, pero los malvados se perderán entre las sombras. »¡Nadie triunfa por sus propias fuerzas!