Así que Hatac salió a ver a Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad, frente a la puerta del rey.
Proverbios 26:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Ni la nieve es para el verano, ni la lluvia para la cosecha, ni los honores para el necio. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Como no conviene la nieve en el verano, ni la lluvia en la siega, Así no conviene al necio la honra. Biblia Nueva Traducción Viviente Como la nieve no es para el verano ni la lluvia para la cosecha, tampoco el honor es para los necios. Biblia Católica (Latinoamericana) Ni nieve en verano, ni lluvia en la cosecha: tampoco convienen honores a un tonto. La Biblia Textual 3a Edicion Ni la nieve al verano ni la lluvia a la siega, Ni la honra al necio les van bien. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Como nieve en verano y lluvia en la siega, así la gloria desdice del necio. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Como la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así no conviene al necio la honra. |
Así que Hatac salió a ver a Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad, frente a la puerta del rey.
Los malvados merodean por todas partes, cuando la vileza es exaltada entre los seres humanos.
que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; al que cumple lo prometido aunque salga perjudicado;
¿Por qué te jactas de tu maldad, varón prepotente? ¡El amor de Dios es constante!
No va bien con los necios el lenguaje refinado ni con los gobernantes, la mentira.
No va bien con el necio vivir entre lujos y menos con el esclavo gobernar a los príncipes.
El látigo es para los caballos, el freno, para los asnos y la vara, para la espalda del necio.
Rendirle honores al necio es tan absurdo como atar una piedra a la honda.
El gobernante falto de juicio es terrible opresor; el que aborrece las ganancias deshonestas prolonga su vida.
Y si no, habitantes de Siquén y Bet Miló, ¡que salga fuego de Abimélec y los consuma a ustedes y que salga fuego de ustedes y consuma a Abimélec!».
Cuando Jotán se enteró, subió a la cima del monte Guerizín y les gritó bien fuerte: «¡Escúchenme, habitantes de Siquén, para que Dios los escuche a ustedes!