Luego dijo el rey al sacerdote Sadoc: —Devuelve el arca de Dios a la ciudad. Si cuento con el favor del Señor, él hará que yo regrese y vuelva a ver el arca y el lugar donde él reside.
Jeremías 25:30 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 »Tú, Jeremías, profetiza contra ellos todas estas palabras: »“Ruge el Señor desde lo alto; desde su santa morada hace tronar su voz. Ruge violento contra su rebaño; grita como los que pisan la uva, contra todos los habitantes del mundo. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras y les dirás: Jehová rugirá desde lo alto, y desde su morada santa dará su voz; rugirá fuertemente contra su morada; canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra. Biblia Nueva Traducción Viviente »Ahora, profetiza todas estas cosas y diles: »“El Señor rugirá contra su propia tierra desde su santa morada en el cielo. Él gritará como los que pisan las uvas; gritará contra todos los habitantes de la tierra. Biblia Católica (Latinoamericana) Y tú les comunicarás todas estas cosas y les dirás:
Ruge Yavé desde lo alto, y grita desde su santa morada. Ruge con fuerza contra su corral y lanza gritos como los que pisan la uva en el lagar. A todos los habitantes de la tierra, hasta el fin del mundo, ha llegado el eco de su voz. La Biblia Textual 3a Edicion Por tanto, profetízales todas estas palabras, diles: YHVH ruge desde lo alto, Desde la morada de su santidad hace resonar su voz; Ruge con fuerza sobre su morada; Entona la copla de los que pisan el lagar, Contra todos los habitantes del mundo, Biblia Serafín de Ausejo 1975 Profetízales, pues, todas estas cosas y diles: 'Ruge Yahveh desde lo alto, da voces desde su santa morada; ruge fuerte sobre su pradera, responde con gritos como los pisadores de uva. A todos los habitantes de la tierra Biblia Reina Valera Gómez (2023) Tú pues, profetizarás a ellos todas estas palabras, y les dirás: Jehová rugirá desde lo alto, y desde la morada de su santidad dará su voz, enfurecido rugirá sobre su morada; canción de lagareros cantará contra todos los moradores de la tierra. |
Luego dijo el rey al sacerdote Sadoc: —Devuelve el arca de Dios a la ciudad. Si cuento con el favor del Señor, él hará que yo regrese y vuelva a ver el arca y el lugar donde él reside.
Entonces el Señor le dijo: «He escuchado tu oración y la súplica que me has hecho. Consagro este templo que tú has construido para que yo ponga mi Nombre en él por siempre. Mis ojos y mi corazón siempre estarán allí.
Después los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie, bendijeron al pueblo y Dios los escuchó. Su oración llegó hasta el cielo, el santo lugar donde Dios habita.
El Señor está en su santo Templo, en los cielos tiene el Señor su trono y atentamente observa al ser humano; con sus propios ojos lo examina.
«Este será para siempre mi lugar de reposo; aquí pondré mi trono, porque así lo deseo.
Se agitan las naciones, los reinos caen; Dios deja oír su voz, y la tierra se derrumba.
Despertó entonces el Señor, como quien despierta de un sueño, como un guerrero que, por causa del vino, lanza gritos desaforados.
Por eso lloro, como llora Jazer, por la viña de Sibmá. ¡Y a ustedes, ciudades de Hesbón y de Elalé, las empapo con mis lágrimas! Se han acallado los gritos de alegría por tu fruto maduro y tus cosechas.
Al estruendo de tu voz, huyen los pueblos; cuando te levantas, se dispersan las naciones.
El Señor marchará como un campeón; como hombre de guerra despertará su celo. Con gritos y alaridos se lanzará al combate y triunfará sobre sus enemigos.
Trono glorioso, exaltado desde el principio es el lugar de nuestro santuario.
Como león que deja abandonada su guarida, él ha dejado desolada la tierra de ellos, a causa de la espada del opresor, a causa de la ardiente ira del Señor.
De los fértiles campos de Moab han desaparecido el gozo y la alegría. Acabé con el vino de tus lagares; ya nadie pisa las uvas entre gritos de alborozo; los gritos ya no son de regocijo.
El Señor rugirá como león y ellos lo seguirán. Cuando él lance su rugido, sus hijos vendrán temblando de occidente.
Yo seré como un león para Efraín y como un gran león para el pueblo de Judá. Yo mismo los haré pedazos y luego me alejaré; yo mismo me llevaré la presa y no habrá quien me la arrebate.
Rugirá el Señor desde Sión, hará tronar su voz desde Jerusalén y el cielo y la tierra temblarán. Pero el Señor será un refugio para su pueblo, una fortaleza para los israelitas.
Él dijo: «Ruge el Señor desde Sión; truena su voz desde Jerusalén. Los pastizales de los pastores quedan asolados, y se seca la cumbre del Carmelo».
Ruge el león; ¿quién no temblará de miedo? Habla el Señor y Dios; ¿quién no profetizará?
¡Que todo el mundo guarde silencio ante el Señor, quien ya avanza desde su santa morada!».
Mira desde el cielo, desde el santo lugar donde resides y, tal como se lo juraste a nuestros antepasados, bendice a tu pueblo Israel y a la tierra que nos has dado, tierra donde abundan la leche y la miel».
De su boca sale una espada afilada, con la que herirá a las naciones. «Las gobernará con cetro de hierro». Él mismo exprime uvas en el lagar para sacar el vino del furor del castigo que viene de Dios Todopoderoso.