Entonces el poder del Señor vino sobre Elías, quien se ajustó el manto con el cinturón, se echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab.
Isaías 8:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 El Señor me habló fuertemente y me advirtió que no siguiera el camino de este pueblo. Me dijo: Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Porque Jehová me dijo de esta manera con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: Biblia Nueva Traducción Viviente El Señor me dio una firme advertencia de no pensar como todos los demás. Me dijo: Biblia Católica (Latinoamericana) Esta es la advertencia que me dirigió Yavé en el momento en que me tomó de su mano y me mandó que no siguiera el camino de este pueblo. Estas fueron sus palabras: La Biblia Textual 3a Edicion Así me habló YHVH, y su mano era fuerte sobre mí, Y me amonestó para que no anduviera en el camino de este pueblo: Biblia Serafín de Ausejo 1975 Que así me dijo Yahveh cuando me tomó de la mano y me apartó de seguir el camino de este pueblo: Biblia Reina Valera Gómez (2023) Porque Jehová me habló así con mano fuerte, y me enseñó que no caminase por el camino de este pueblo, diciendo: |
Entonces el poder del Señor vino sobre Elías, quien se ajustó el manto con el cinturón, se echó a correr y llegó a Jezrel antes que Acab.
El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.
El Señor ha dictado esta sentencia: «Ay de los hijos rebeldes que ejecutan planes que no son míos, que hacen alianzas contrarias a mi Espíritu, que amontonan pecado sobre pecado,
Por eso, así dice el Señor: «Si te arrepientes, yo te restauraré y podrás servirme. Si evitas hablar en vano, y dices palabras valiosas, tú serás mi portavoz. Que ellos se vuelvan hacia ti, pero tú no te vuelvas hacia ellos.
¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo y me venciste. Todo el mundo se burla de mí; se ríen de mí todo el tiempo.
Si digo: «No me acordaré más de él ni hablaré más en su nombre»; entonces su palabra es en mi corazón como un fuego, un fuego ardiente que penetra hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más.
El Espíritu me levantó y se apoderó de mí. Y me fui amargado y enardecido en mi espíritu, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza.