»Tengan cuidado con la gente; los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
Hechos 6:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Discutían con él ciertos individuos de la sinagoga llamada de los Libertos, donde había judíos de Cirene y de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia. Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando con Esteban. Biblia Nueva Traducción Viviente Cierto día, unos hombres de la sinagoga de los Esclavos Liberados —así la llamaban— comenzaron a debatir con él. Eran judíos de Cirene, Alejandría, Cilicia y de la provincia de Asia. Biblia Católica (Latinoamericana) Se le echaron encima algunos de la sinagoga llamada de los libertos y otros llegados de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia. Se pusieron a discutir con Esteban, La Biblia Textual 3a Edicion Pero algunos de la llamada Sinagoga de Libertos° (tanto cireneos como alejandrinos), y de los de Cilicia y de Asia, se levantaron para disputar con Esteban. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Surgieron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, oiriundos de Cirene y Alejandría, de Cilicia y de Asia, que disputaban con Esteban, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces se levantaron unos de la sinagoga que se llama de los libertinos, y cireneos, y alejandrinos, y de los de Cilicia, y de Asia, disputando con Esteban. |
»Tengan cuidado con la gente; los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas.
Por eso yo les voy a enviar profetas, sabios y maestros. A algunos de ellos ustedes los matarán y crucificarán; a otros los azotarán en sus sinagogas y los perseguirán de pueblo en pueblo.
Al salir, encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón y lo obligaron a llevar la cruz.
»Pero ustedes cuídense. Los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. Por mi causa comparecerán ante gobernadores y reyes para dar testimonio ante ellos.
»Pero antes de todo esto, echarán mano de ustedes y los perseguirán. Los entregarán a las sinagogas y a las cárceles y, por causa de mi nombre, los llevarán ante reyes y gobernadores.
Sin embargo, había entre ellos algunas personas de Chipre y de Cirene que, al llegar a Antioquía, comenzaron a hablarles también a los de habla griega, anunciándoles las buenas noticias acerca del Señor Jesús.
En la iglesia de Antioquía eran profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Negro, Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo.
Pero cuando los judíos vieron a las multitudes, se llenaron de envidia y contradecían con maldiciones lo que Pablo decía.
Con ellos mandaron la siguiente carta: Los apóstoles y los líderes religiosos, a nuestros hermanos no judíos en Antioquía, Siria y Cilicia: Saludos.
Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia.
Por aquel entonces llegó a Éfeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría. Era un hombre ilustrado y poderoso en el uso de las Escrituras.
Esto continuó por espacio de dos años, de modo que todos los judíos y los que no eran judíos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar la palabra del Señor.
Les consta además que el tal Pablo ha logrado persuadir a mucha gente no solo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Él sostiene que no son dioses los que se hacen con las manos.
Cuando estaban a punto de cumplirse los siete días, unos judíos de la provincia de Asia vieron a Pablo en el Templo. Alborotaron a toda la multitud y le echaron mano,
—No, yo soy judío, natural de Tarso, una ciudad muy importante de Cilicia —le respondió Pablo—. Por favor, permítame hablarle al pueblo.
“Señor —le respondí—, ellos saben que yo andaba de sinagoga en sinagoga encarcelando y azotando a los que creen en ti;
«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad. Bajo la tutela de Gamaliel recibí instrucción cabal en la Ley de nuestros antepasados, y fui tan celoso de Dios como cualquiera de ustedes lo es hoy día.
Félix leyó la carta y preguntó de qué provincia era. Al enterarse de que Pablo era de Cilicia,
En esto estaba, habiéndome ya purificado, cuando me encontraron en el Templo. No me acompañaba ninguna multitud ni estaba implicado en ningún disturbio.
Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero.
Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban,
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el erudito? ¿Dónde el filósofo de esta época? ¿No ha convertido Dios en locura la sabiduría de este mundo?