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Hechos 16:27 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

El carcelero despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada y estuvo a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

El carcelero se despertó y vio las puertas abiertas de par en par. Dio por sentado que los prisioneros se habían escapado, por lo que sacó su espada para matarse;

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Se despertó el carcelero y vio todas las puertas de la cárcel abiertas. Creyendo que los presos se habían escapado, sacó la espada para matarse,

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La Biblia Textual 3a Edicion

Despertando entonces el carcelero, al ver abiertas las puertas de la cárcel, y suponiendo que los presos se habían escapado, sacó la espada y estaba a punto de suicidarse.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Al despertar el carcelero y ver las puertas de la cárcel abiertas, desenvainó la espada con la intención de matarse, pensando que los presos habrían huido.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y despertando el carcelero, como vio abiertas las puertas de la cárcel, sacó su espada y se quería matar, pensando que los presos se habían escapado.

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Lòt tradiksyon



Hechos 16:27
9 Referans Kwoze  

Ajitofel, por su parte, al ver que Absalón no había seguido su consejo, aparejó el asno y se fue a su pueblo. Cuando llegó a su casa, luego de arreglar sus asuntos, fue y se ahorcó. Así murió, y fue enterrado en la tumba de su padre.


Cuando Zimri vio que la ciudad estaba a punto de caer, se metió en la torre del palacio real y le prendió fuego. Así murió


Entonces Judas arrojó el dinero en el santuario y salió de allí. Luego fue y se ahorcó.


Herodes hizo averiguaciones, pero al no encontrarlo, tomó declaración a los guardias y mandó matarlos. Después viajó de Judea a Cesarea y se quedó allí.


Pero Pablo le gritó: —¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí!


El carcelero, entonces, informó a Pablo: —Los magistrados han ordenado que los suelte. Así que pueden irse. Vayan en paz.


De inmediato llamó Abimélec a su escudero y ordenó: «Saca tu espada y mátame, para que no se diga de mí: “¡Lo mató una mujer!”». Entonces su escudero clavó la espada y así murió.