Pueblo mío, trillado y aventado como el trigo, yo te he anunciado lo que he oído de parte del Señor de los Ejércitos, del Dios de Israel.
Amós 3:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022 Ruge el león; ¿quién no temblará de miedo? Habla el Señor y Dios; ¿quién no profetizará? Plis vèsyonBiblia Reina Valera 1960 Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará? Biblia Nueva Traducción Viviente El león ha rugido, así que, ¿quién no tiene miedo? El Señor Soberano ha hablado, así que, ¿quién puede negarse a proclamar su mensaje? Biblia Católica (Latinoamericana) Así, como nadie queda impertérrito al oír el rugido del león, así tampoco se negará nadie a profetizar cuando escucha lo que le habla el Señor. La Biblia Textual 3a Edicion Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si Adonay YHVH habla, ¿Quién no profetizará? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ruge el león: ¿quién no temblará? Habla Yahveh: ¿quién no profetizará? Biblia Reina Valera Gómez (2023) Rugiendo el león, ¿quién no temerá? Hablando el Señor Jehová, ¿quién no profetizará? |
Pueblo mío, trillado y aventado como el trigo, yo te he anunciado lo que he oído de parte del Señor de los Ejércitos, del Dios de Israel.
Porque así me dice el Señor: «Como león que gruñe sobre la presa cuando contra él se reúne toda una cuadrilla de pastores; como cachorro de león que no se asusta por sus gritos ni se inquieta por su tumulto, así también el Señor de los Ejércitos descenderá para combatir sobre el monte Sión, sobre su cumbre.
Si digo: «No me acordaré más de él ni hablaré más en su nombre»; entonces su palabra es en mi corazón como un fuego, un fuego ardiente que penetra hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más.
Pero Jeremías dijo a todos los oficiales y a todo el pueblo: «El Señor me envió para profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las cosas que ustedes han escuchado.
»En aquel día acrecentaré la fuerza del pueblo de Israel y en ese momento tú, Ezequiel, les hablarás con libertad. Entonces sabrán que yo soy el Señor».
Él dijo: «Ruge el Señor desde Sión; truena su voz desde Jerusalén. Los pastizales de los pastores quedan asolados, y se seca la cumbre del Carmelo».
«Pero ustedes hicieron beber vino a los nazareos y ordenaron a los profetas que no profetizaran.
¿Ruge el león en la espesura sin tener presa alguna? ¿Gruñe el cachorro de león en su guarida sin haber atrapado nada?
«Vayan —les dijo—, preséntense en el Templo y comuniquen al pueblo todo sobre esta nueva vida».
—¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los demás apóstoles—.
Sin embargo, cuando predico acerca de las buenas noticias, no tengo de qué enorgullecerme, ya que estoy bajo la obligación de hacerlo. ¡Ay de mí si no predico las buenas noticias!
Uno de los ancianos me dijo: «¡Deja de llorar que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos».