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Mateo 7:11 - Biblia Lenguaje Básico

Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, con mayor razón Dios, vuestro Padre que está en el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan.

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Montre Interlinear Bible

Plis vèsyon

Biblia Reina Valera 1960

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará buenos regalos a quienes le pidan.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡con cuánta mayor razón el Padre de ustedes, que está en el Cielo, dará cosas buenas a los que se las pidan!

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial dará cosas buenas a los que le piden!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿con cuánta más razón vuestro Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le piden?

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en el cielo dará buenas cosas a los que le pidan?

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Lòt tradiksyon



Mateo 7:11
35 Referans Kwoze  

La maldad de hombres y mujeres iba en aumento sobre la tierra. Siempre estaban pensando en hacer el mal; así que Dios, al verlo,


Y cuando a Dios le llegó tan grato aroma, tomó la siguiente decisión: «Aunque todo hombre y mujer solo piensan en hacer el mal desde su niñez, jamás volveré a maldecir la tierra por su culpa ni a destruir a los seres vivos como acabo de hacerlo.


¿Y cómo es posible que prometas darme aún más, asegurando el reino para mis descendientes? Nadie, Dios mío, obra como tú.


¿qué oportunidad tenemos los humanos que somos ruines y despreciables y bebemos la maldad como si fuera agua?


Prefiero pasar un día en tu Templo que estar mil días lejos de él; prefiero estar a la puerta de tu Templo que vivir en el palacio de un malvado.


La lealtad brotará de la tierra, y la justicia se asomará desde el cielo;


Pero tú, mi Dios, eres bondadoso y compasivo; eres paciente y es fiel tu amor.


Dios mío, tú eres bueno y sabes perdonar; ¡qué grande es tu amor con los que te invocan!


Pero Dios respondió: «Jerusalén, ¿acaso puede una madre olvidar o dejar de amar a su hijo? Y aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaré de ti.


Quiero recordar el amor de Dios y cantar sus alabanzas. Dios ha sido muy bondadoso con nosotros ha mostrado un gran amor a Israel, y le ha concedido muchos beneficios.


El corazón humano es engañoso y no tienen remedio; ¿quién es capaz de conocerlo?


Viene el día en que cumpliré las promesas de bienestar que hice a la gente de Israel y de Judá.


Tu maldad te ha hecho caer, Israel. ¡Arrepiéntete y regresa a tu Dios! Ven ante él con esta oración: «Perdona nuestros pecados y acepta las alabanzas que te presentamos como ofrenda.


No hay otro Dios que, como tú, perdone los pecados y olvide las maldades de los pocos que quedamos con vida. Tan grande es tu amor por nosotros que tu ira no dura para siempre.


Esto es, sacerdotes, lo que os dice el Dios todopoderoso: Los hijos respetan a sus padres, y los esclavos respetan a sus amos. ¡Pues yo soy vuestro Padre y vuestro Amo y, sin embargo, vosotros, sacerdotes, no me respetáis! ¡Me tratáis como si no valiera nada! Es más, despreciáis mi nombre y os atrevéis a preguntarme: ¿En qué te hemos ofendido o faltado al respeto? Y yo, el Dios todopoderoso, os respondo: Me ofendéis cuando despreciáis mi altar, cuando me presentáis como ofrenda animales impuros, que no valen nada porque están ciegos, cojos y enfermos. ¿No creéis que eso está mal? Si esos mismos animales se los ofrecierais a vuestro gobernador, se ofendería y no los aceptaría.


No llaméis padre a nadie aquí en la tierra, porque el único padre que tenéis es Dios, que está en el cielo.


¿Le daría una serpiente, si le pidiera pescado?


Dios amó tanto al mundo, que entregó a su único Hijo, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna.


Sabemos que la ley de Moisés tiene valor para los que se someten a ella. Y lo que la ley dice, es para que nadie pueda declararse inocente; es para que todo el mundo se reconozca culpable ante Dios.


¿Quiere decir todo esto que nosotros, los judíos, somos mejores que los demás? ¡Claro que no! Como ya os dije, seamos o no judíos, todos somos pecadores.


Dios no nos negó ni siquiera a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros; así que también nos dará junto con él todas las cosas.


Las Escrituras dicen que el pecado nos domina a todos, de modo que la promesa de Dios es para los que creen en Jesucristo.


Dios nunca cambia. Fue Dios quien creó la luz y es quien nos da todo lo bueno y todo lo perfecto.


Mirad que amor tan grande nos tiene el Padre, hasta el punto de poder ser llamados hijos de Dios, y la verdad es que lo somos. Por eso los que pertenecen a este mundo pecador no nos conocen, porque tampoco han conocido a Dios.


El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio.